domingo, 16 de enero de 2011

UN CONTINUO ATAQUE.




Resulta sorprendente el elevado numero de artículos de prensa, espacios televisivos y corrientes de opinión de todo tipo que descalifican al movimiento de la Memoria Histórica, a veces de forma cuidadosamente "neutral" y las más traducidas en un ataque frontal, no solo contra el espíritu que le da razón de ser, también contra aquellos que de cualquier manera y modo colaboramos en su desarrollo.

Sin más argumentos que el rechazo a nuestra verdad, a nuestro trabajo paciente y anónimo, contraponen el recuerdo de los desmanes  atribuidos al ejercito republicano y sus formaciones paramilitares, sindicatos de clase, partidos de izquierdas, etc...empleando para ello un gran despliegue de medios, solo a su alcance, especialmente las televisiones afines a su pasado y a su ideología.

Nunca, ni en el reciente periodo franquista, se han podido observar como hoy sucede con inusitada profusión, imágenes de pretendidas checas, cadáveres abandonados,  iglesias ardiendo, cuerdas de presos, fotografías de religiosos católicos, fusilamientos, paseos, etc........ en un intento desesperado para influir en la opinión pública, especialmente en los sectores más jóvenes de la población, en los nacidos en fechas posteriores a 1975.

Documentales de dudosa veracidad, que en su mayoría fueron utilizados como propaganda por el ejercito fascista durante la guerra, son exhibidos sin ningún tipo de recato en las televisiones, al tiempo que son comentados por destacados protagonistas del franquismo o sus herederos directos , militares, militantes de la extrema derecha y religiosos católicos de alto rango que de la noche a la mañana se han colocado el emblema de la democracia.

Ahora, sin ningún tipo de vergüenza por lo que supuso el golpe de estado, la sublevación militar y los largos años del franquismo, durante los cuales diariamente y de forma sistemática se eliminaba cualquier atisbo de libertad individual y colectiva, ahora intentan representar un papel de victimas que, autorizadas por la mano de Dios, emprendieron una cruzada salvadora, olvidándose de los millones de españoles muertos y de casi medio siglo de dictadura militar.

Resulta gratificante comprobar como un puñado de aficionados, empeñados en devolver la dignidad a un pueblo entero, es capaz de poner en guardia a los responsables directos de tantos crímenes contra la humanidad.

La reinstaurada democracia que los fascistas abolieron hoy les asusta, como asusta a cualquiera lo desconocido, más aún si se tienen cuentas pendientes con el pasado. No aciertan a comprender como pueden hacerse públicos sus crímenes, después de tantos años paseándose por los cadáveres de los defensores de la libertad, de sus victimas, después de tantos años de estigmatizar todo aquello que ponía en riesgo la continuidad de un régimen inhumano.

Cierto es que debemos luchar con todas nuestras fuerzas para dignificar la memoria de nuestros antepasados, pero igual de cierto es que no debemos olvidar la enseñanza de la verdad a todos aquellos que han tenido la suerte de no conocer ni la guerra civil española, ni sus años de posguerra, ni la dictadura franquista. Solo si se tiene información de todas las partes es posible la emisión de cualquier opinión , de ejercitar una opción u otra.

Pasado un tiempo, dejaremos de ver documentales fascistas y de recibir consignas de sus herederos, no tienen tantos y las repeticiones serán contraproducentes para ellos, pero por desgracia se seguirán encontrando cadáveres republicanos en todos los rincones de España.

Nuestra humilde labor, pero tan digna, acaba de comenzar, de nosotros depende ahora llevarla a buen puerto, y sinceramente, no me queda la más mínima duda de que así será.

Puede que la mayoría de los poetas de la libertad española ya no estén entre nosotros, pero nos quedan sus versos, nuestros antepasados ya no están entre nosotros pero nos queda su memoria, y ni los versos ni su memoria nos pueden arrebatar.

Nada más terminar de escribir este texto, ya formará parte del pasado, luchemos contra esta levedad dejando una profunda huella en el presente.









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