jueves, 2 de mayo de 2013

JUAN MARCH, MECENAS DEL GOLPE DE ESTADO





Juan March Ordinas nació en 1890 en Santa Margalida, un pueblo cercano a la localidad mallorquina de Capdepera, su padre era tratante de ganado porcino. Su falta de aptitud para los estudios se compensó con un elevado instinto comercial.

El origen de su fortuna no guarda ninguna relación con  el negocio familiar sino directamente con el contrabando y en sus inicios como prestamista privado. Los beneficios de los préstamos se invertían en la compra de terrenos a bajo precio puestos a la venta a causa del empobrecimiento de la aristocracia local. Posteriormente esos mismos terrenos eran vendidos a los campesinos a los que al mismo tiempo les prestaba dinero para la operación, prestamos que originaban elevadas sumas en concepto de intereses. Después de su éxito como prestamista organizó una importante red de contrabando trasportando productos desde Mallorca al Levante español. Todavía no se había consolidado el negocio del turismo, estamos hablando de los principios del siglo XX, y la isla de Mallorca obtenía gran parte de sus ingresos gracias al contrabando, principalmente de tabaco aunque March traficaba también con maquinaria, armas y la cocaína que se consumía en los círculos bohemios de Barcelona.

Durante la primera guerra mundial se dedicó además al aprovisionamiento de los submarinos austriacos que se ocultaban en las aguas de la isla de Cabrera, actividad con la que provocó un conflicto diplomático con Inglaterra ya que España tenia ante el conflicto una posición de neutralidad y las operaciones de March eran permitidas por el gobierno español.

Al término de la primera gran guerra ya había amasado una considerable fortuna y fundado su propia compañía naviera, la Compañía Trasmediterránea, con la que controlaba la práctica totalidad de las operaciones del Mediterráneo occidental. En 1.923 fue elegido diputado a Cortes por Mallorca, cargo que no impidió que vendiera miles de fusiles Mauser 98 al caudillo rifeño Abd el-Krim, fusiles que eran utilizados para combatir a las fuerzas españolas de Marruecos, soldados de cuya muerte a causa de los disparos de los fusiles que vendía también sacaba provecho alquilando sus barcos a la Corona para que muertos y heridos españoles fueran repatriados a España, negocio redondo.En 1.926 crea la Banca March.

Con la llegada de la República cambió su suerte. Pese a su gran poder e influencia fue detenido y encarcelado bajo la acusación de apoyar a la dictadura de Primo de Rivera y por la práctica del contrabando de armas. Recluido en la prisión de Alcalá de Henares no tuvo ningún problema en escapar y huir del país previo soborno a un funcionario. Cuando su fuga fue conocida por los ciudadanos se acuñó la frase “O la República acaba con March, o March acabará con la República” y así fue. Desde entonces su mayor objetivo fue derribar el Gobierno legítimamente constituido. Esperó al 18 de julio de 1.936, donde su intervención fue decisiva y dio origen a la guerra civil. Desde un principio financió ampliamente a los golpistas a través de sus oficinas en el extranjero. Acabada la guerra regresó a España y se cobró su aportación junto con unos fabulosos intereses.

Para entonces había quedado claro que March podía hacer eliminar a un adversario con un golpe de cuchillo, derribar un gobierno democrático que le era hostil o financiar un golpe de estado. Y Franco lo sabía. Pese a su apariencia respetable era un hombre que carecía de los más elementales escrúpulos. Uno de sus grandes lemas en síntesis era “Todo hombre tiene su precio, y si no lo tiene es que no vale nada”.

Desde el final de la guerra y hasta su muerte, Juan March pudo dedicarse tranquilamente a sus negocios. Tal como se había pactado, el régimen de Franco le devolvió su apoyo financiero con intereses y le permitió desarrollar sin límite sus actividades. Gracias a ello el antiguo tratante de ganado consolidó una inmensa fortuna y llegó a figurar entre las siete primeras del mundo. En los años 50 ya se codeaba con los Getty, los Rothschild o los Rockefeller, para entonces ya había hecho edificar una mansión en la costa este de la isla de Mallorca, por supuesto con capilla incluida además de un gran jardín con plantas exóticas que pasa por ser el más importante de Europa.

Desde la atalaya de su gloria quiso emular a sus pares norteamericanos, creando una fundación que llevase su nombre. Creó la Fundación Juan March.

En sus últimos años vivió totalmente alejado de Mallorca. En la isla se cuenta que el motivo era el miedo. Conocía bien a sus paisanos para ignorar que había dejado una larga lista de victimas que en cualquier momento podían ajustarle las cuentas. Irónicamente el hombre más poderoso del país, más poderoso aún que Franco, carecía del valor para enfrentarse con su propio pasado. Al final March solo pisaba la isla para eventos familiares de importancia y siempre en medio de excepcionales medidas de seguridad coche blindado incluido.

March falleció anciano, en 1.962, victima de un accidente de coche en una solitaria carretera madrileña. Todavía hoy se maneja la hipótesis de un atentado. Nunca se sabrá. Fue enterrado en un lujoso panteón de Palma diseñado por el mismo arquitecto que había diseñado el Valle de Los Caídos. Su imperio financiero sigue funcionando a través de sus herederos siendo la Banca March su buque insignia.

Extractado de : La Paternidad del pirata.Miguel Dalmau. Tintalibre abril 2013.


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