miércoles, 31 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (VIII)

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El régimen reacciona en el ámbito político: “prietas las filas”, recuerdo a los “camisas viejas” y premio a los represores.



En el ámbito político, el régimen se vio obligado a tomar algunas iniciativas importantes con objeto de neutralizar la disidencia interna y afirmar su autoridad; mostrar a los aliados una cierta toma de distancia respecto a Hitler; y ensayar algunos aspectos de cambio político que ayudaran a dar una visión menos totalitaria del régimen. Las iniciativas políticas de alcance general fueron las siguientes: 

A.- En política internacional, el cambio de status internacional de España, respecto a la II GM, de NO BELIGERANCIA a NEUTRALIDAD (3/10/43); y el comienzo de la retirada de la División Azul (12/12/1943).

B.- En política interior, una decidida campaña de afirmación política, así como algunos cambios institucionales que mostraran hacia adentro y hacia afuera, una cierta evolución del régimen: apertura de las Cortes Orgánicas franquistas (17/3/1943); convocatoria de las primeras elecciones sindicales (17/7/1943) de la Central Nacional Sindicalista, CNS; resolución simultánea de 6.665 expedientes de puesta en libertad vigilada de presos políticos de las cárceles franquistas (30/9/1943), en conmemoración del “la onomástica del Caudillo”.

Carnet de la C.N.S
C.- En política social, aunque forma parte de la política interior, además de la convocatoria de las primeras elecciones sindicales, podemos señalar, el incremento del Subsidio Familiar (4/8/1943); así como un papel propagandística y formalmente más activo de la organización sindical fascista, la CNS, en la defensa de los derechos y prestaciones sociales de los trabajadores.

El cambio de status internacional fue más formal que real. La retirada de la División Azul fue el primer signo de la nueva política de neutralidad y supuso el fin de la intervención militar directa del Ejército español junto a la Alemania nazi, en el frente ruso. No obstante ello, la supuesta neutralidad fue permanentemente transgredida y vulnerada por el régimen franquista, como anteriormente hemos demostrado, en el intento de sabotaje del buque cisterna Lavoro.

Además de esas medidas de carácter general el régimen cerró filas, con objeto de reafirmarse, incrementar su cohesión interna y mostrar públicamente que afrontaban la situación política con entereza y sin falsos temores. Así, por ejemplo, la falange cartagenera ordenó a sus afiliados y afiliadas la obligación de vestir diariamente la camisa azul, como acto de afirmación falangista. El gobierno condecoró a personajes como el Brigada Vidal, tristemente conocido en Cartagena por su especial crueldad en la represión de “rojos y masones: "como premio a sus relevantes servicios en el desempeño de su cometido".

El Gobernador Civil Cristobal García fue también distinguido con el “Aspa Verde”138. Queipo de Llano fue también condecorado con la Laureada de San Fernando.

A nivel local, fueron agraciados con el título de “Hijo adoptivo y predilecto de Cartagena”, el Almirante Basterreche y el Alcalde López Andújar. 
«DIOS SALVE A CARTAGENA, EN MANOS DE BASTARRECHE Y LÓPEZ ANDÚJAR CON LA PROTECCIÓN DE NUESTRO CAUDILLO»
 así rezaba el titular del Noticiero, que daba cuenta del acto de entrega de los respectivos títulos, recibidos según el periódico en medio de una manifestación de entusiasta apoyo popular. Hasta el punto que el autor del artículo se permitía tildar de desafectos al Régimen y arrebatar la condición de cartageneros, a todos aquellos que no se habían sumado al acto de forma entusiasta: 
« […] Las minorías abúlicas que a esas horas estaban sentadas a las puertas de los cafés, casinos, etc. son los que merecen figurar en las listas de enemigos del Régimen y borrarse el nombre de cartageneros […] ». 
El texto no necesita comentarios. Una vez más, el mensaje de la unidad Marina-Falange, está presente en la imagen que el Régimen quiere proyectar de sí mismo, en Cartagena. Eso sí, ahora se amplía a Dios-Bastarreche-López Andújar-Caudillo, el paraguas protector para la ciudad y sus habitantes.

Asimismo, el Capitán General de la III Región Militar, Miguel Abriat Cantó, fue inusualmente recibido en “olor de multitudes” en Cartagena, el 9 de septiembre de 1943 con bando expreso y previo de la alcaldía ordenando engalanar balcones, cerrar establecimientos comerciales y empresas industriales, y salir a la calle para recibir a tan ilustre personaje. Nunca el titular de la Capitanía General de Valencia había sido recibido en Cartagena con tales honores.

Fermín Sanz Orrio en 1950
Como también había que calificar de insólita y excepcional a la simultánea visita a Cartagena y Murcia de tres ministros, Ibáñez Martín (Educación), Salvador Moreno (Marina) y Arrese (Secretaría General del Movimiento), en abril de 1944, a la que anteriormente hemos hecho referencia. También la Jefa Nacional de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera y el Delegado Nacional de Sindicatos, Fermín Sanz Orrio: «honraron a la provincia y a la ciudad departamental con su visita». 

Ni antes, ni después, fueron los murcianos y los cartageneros “de la presencia de autoridades franquistas tan bien servidos”. Esta masiva presencia político-institucional y militar demuestra la intensidad de la movilización política del régimen, en este período crítico.

Otro de los elementos utilizado en este cierre de filas del régimen fue el recuerdo y el homenaje a sus viejos militantes y a sus caídos, por otra parte siempre presente en su actuación política. Como había hecho en otras provincias donde la desafección al régimen era más acentuada, Arrese vino a presidir la ceremonia de imposición de 576 medallas como reconocimiento a todos los falangistas murcianos y cartageneros de la “Vieja Guardia”, así como a los familiares de aquellos “camisas viejas”, caídos por Dios y por España. No sabemos de donde salieron tantos falangistas veteranos pues de la breve historia de la falange murciana y cartagenera, antes de la guerra civil, se deduce que su número era inferior a la cuarta parte de los condecorados.


En resumen, el uso obligatorio de la camisa falangista contribuyó a teñir levemente de azul, el tono grisáceo del paisaje ciudadano de la posguerra. La irrupción de las más altas autoridades civiles y militares ocupó las calles y saturó las tribunas públicas y los teatros en respuesta defensiva por el aislamiento internacional del régimen ante el avance de las tropas aliadas. Las dos máximas autoridades de la Marina y el Ejército, el brazo militar del Régimen en la región, Bastarreche y Abriat, recibían la aclamación del pueblo, en prevención de que las cosas cambiaran y tuvieran que liderar militarmente una hipotética reacción. El refuerzo propagandístico del binomio “Marina-Falange por la Gracia de Dios”, en ese crítico período, resucitó al eje Dios-Bastarreche-López Andújar-Franco, que vino a sustituir, en Cartagena, al progresivamente agónico Berlin-Roma-Tokio. Se recordó y honró a los numerosos “camisas viejas” que surgieron por doquier. Los represores quedaran públicamente enaltecidos y distinguidos, en la persona de uno de sus más conspicuos representantes, Manuel Vidal Alvariño.

Otro de elementos esenciales de la política interior en su vertiente sindical y social fue la convocatoria de elecciones sindicales. Esta convocatoria constituyó algo más que un proceso electoral en el ámbito laboral. No sólo fueron sólo las primeras elecciones en el marco de la legalidad sindical del nuevo régimen, sino el primer proceso electoral del franquismo; su primera experiencia de representación corporativa electoral. El inicio fáctico de lo que los teóricos del régimen llamarían la “democracia orgánica”. El objeto de esta medida fue demostrar a las potencias aliadas la posibilidad de una cierta evolución del régimen totalitario franquista.

Benito Sacaluga


* Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008

martes, 30 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (VII)




El régimen reacciona en el ámbito militar (*)


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....Ante el triunfo aliado en África del Norte y la progresiva retirada alemana en la URSS, el Régimen, con objeto de afirmarse, no sólo respondió con un incremento de su política represiva. En el ámbito militar puso en marcha algunas medidas de carácter preventivo. Asimismo en el terreno político tomó algunas iniciativas dignas de mención, que a continuación señalamos.

Las medidas de carácter militar provocaron la petición dimisión del Ministro de Marina. En carta personal dirigida a Franco, el 24 de mayo de 1943, Salvador Moreno manifestaba:

Almirante S. Moreno Fernandez
« […] Es tradición tristísima en nuestra Patria el olvido y despego hacia las cosas del mar […] Hechos actuales vienen a confirmar mi desaliento y a corroborar en forma terminante y en sumo grado dolorosa, ese bajo aprecio y peligroso olvido a que antes hube de referirme. A mi despacho oficial llega desde ayer el asombro de las Autoridades Jurisdiccionales de Marina ante una ocupación militar de la costa por fuerzas del Ejército sin previa noticia y aviso, y dentro del más absoluto desconocimiento por mi parte de las razones que pueden justificar tal medida […] Las autoridades subalternas de la Marina reciben órdenes de las del Ejército ocupante […] Resumiendo, Excelencia: me considero sin fuerzas y sin aliento para continuar al frente de la Marina y respetuosamente le suplico ser relevado en mi puesto […] »
La dimisión no fue aceptada. El almirante Salvador Moreno Fernández permaneció como Ministro de Marina hasta julio de 1945, muriendo como Capitán General de El Ferrol, en septiembre de ese año. En su carta de renuncia, Moreno nos confirma que se había producido una apresurada y rápida ocupación militar de la costa por parte del Ejército, de la que ni siquiera él mismo, Ministro de Marina, estaba enterado.

Foto : ventepalmonte.blogspot.com
Asimismo, por Decreto de 22 de julio de 1943, se pretende que las poblaciones, mayores de 20.000 habitantes, que dada su importancia estratégica, puedan ser objeto de ataques aéreos, se doten de refugios antiaéreos. En este sentido, la Orden de Presidencia de 19 de octubre de ese año, señala a Murcia, Cartagena, Lorca, Cieza, Caravaca, Jumilla, y Yecla, como las ciudades de la provincia de Murcia, donde deben construirse refugios. Respecto a obras de carácter militar, también cabe destacar el proyecto para la construcción de tres túneles en las faldas del monte Roldán de Cartagena.

También hubo un proyecto de carácter esencialmente militar, el suministro de agua a la Base Naval desde el río Taibilla. El proyecto empieza redactándose en los últimos tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera. Las primeras obras se inician durante la República, en 1932, con Indalecio Prieto, como Ministro de Fomento. Interrumpidas durante la guerra. Fueron retomadas por el Régimen franquista, que declaró “Obra Preferente en el Plan de Defensa Nacional", el abastecimiento de agua para la Base Naval de Cartagena. 

Las obras se aceleran a partir de 1943, por motivos militares, pero también políticos y sociales. Al mismo tiempo que el agua llegaba a las instalaciones militares, también podría llegar a los hogares de los cartageneros. Las aguas del Taibilla llegaron a la Base Naval y al pueblo de Cartagena y con ellas, la primera visita de Franco a la ciudad, en la primavera de 1946.

Mariscal Badoglio
En cualquier caso, las preguntas son obvias: ¿Por qué se ocupa militarmente la costa mediterránea de forma tan precipitada? ¿Por qué y para qué construir refugios anti-aéreos si no había una confrontación militar en el horizonte? ¿Qué objeto tiene que el CO de CNM construya tres túneles frente a la Isla de las Palomas en la costa cartagenera bajo las baterías del monte Roldán? Al parecer la hipótesis de invasión estuvo presente durante mucho tiempo en los planes político-militares del Régimen. Sobre todo, cuando en los meses siguientes se produjeron: el desembarco aliado en Sicilia (10/7/1943); dos semanas después, la caída de Mussolini (25/7/1943); y la rendición incondicional de la Italia del Mariscal Badoglio y del rey Víctor Manuel a las ejércitos aliados, en poco más de seis semanas (9/9/1943).

Estos hechos tuvieron una notoria repercusión en las autoridades franquistas y en el propio Franco. Mussolini había sido el líder extranjero que política y personalmente estuvo más cerca del Jefe del Estado español, tal como nos han revelado los archivos desclasificados norteamericanos. Pues bien, su amigo Mussolini había caído víctima de una conspiración monárquica, con el rey Víctor Manuel a la cabeza, apoyada por una facción del partido fascista y cuyo brazo armado había sido el general Badoglio.

General Varela
Una situación similar podía ocurrir en España. Los generales monárquicos Varela y Galarza habían sido cesados de los ministerios del Ejército y de Gobernación respectivamente, en el cambio de gobierno de septiembre de 1942, en el que también había caído Serrano Suñer. En marzo de 1943, Don Juan solicita a Franco la restauración de la Monarquía. En el verano de 1943, coincidiendo con la ofensiva de los aliados en Italia y la caída de Mussolini, un grupo de Procuradores en Cortes monárquicos, y siete de los doce generales al frente de las Capitanes Generales le hacen a Franco la misma petición. No era pues nada descabellado el triunfo de una operación monárquica, en España, similar a la italiana, con Don Juan al frente, una buena parte de los mandos supremos del Ejército moviéndose en esa dirección, y los aliados alentando el cambio y moviendo los muebles y los inquilinos “en la casa de al lado”.

A este esquemático contexto nacional e internacional hay que añadir que, en las costas de Almería, Granada, Murcia y Alicante, desde finales de 1943, se venían introduciendo grupos guerrilleros compuestos por exiliados españoles procedentes de África del Norte. Estos grupos entrenados y organizados por oficiales del ejército norteamericano, venían bien pertrechados de armas y equipo. Su misión consistía en suministrar información militar a los aliados sobre los efectivos y las instalaciones militares españolas.

Al parecer, la búsqueda y detención de estos comandos en las costas murcianas y alicantinas fue infructuosa. La Guardia Civil, siguiendo las instrucciones de la Capitanía General de la III Región Militar, informaba así al Gobernador Civil de Murcia del resultado negativo de su vigilancia de costas: alentando el cambio y moviendo los muebles y los inquilinos “en la casa de al lado”.

A este esquemático contexto nacional e internacional hay que añadir que, en las costas de Almería, Granada, Murcia y Alicante, desde finales de 1943, se venían introduciendo grupos guerrilleros compuestos por exilados españoles procedentes de África del Norte. Estos grupos entrenados y organizados por oficiales del ejército norteamericano, venían bien pertrechados de armas y equipo. Su misión consistía en suministrar información militar a los aliados sobre los efectivos y las instalaciones militares españolas.

Al parecer, la búsqueda y detención de estos comandos en las costas murcianas y alicantinas fue infructuosa. La Guardia Civil, siguiendo las instrucciones de la Capitanía General de la III Región Militar, informaba así al Gobernador Civil de Murcia del resultado negativo de su vigilancia de costas:
« […] de los reconocimientos y averiguaciones practicadas por esta Comandancia no se ha podido obtener el menor recelo, ni conseguido adquirir noticia alguna de que hayan llegado a la costa de esta provincia y la de Alicante barcazas procedentes del Norte de África, trayendo a bordo extremistas, que se hallaban huidos de España, ni que hayan llevado al extranjero personas en situación atenuada, así como, verificando tampoco desembarco de arma alguna, para su distribución entre los elementos de la Unión Nacional […]»
Al parecer, el ejército norteamericano interrumpió el envío de estos comandos, a finales del verano de 1944, tras la recepción por parte de su gobierno, de una enérgica nota de protesta del gobierno español. En cualquier caso, parece claro que hubo desembarco de comandos y que las fuerzas de seguridad y el ejército anduvieron buscándoles.

La caída del régimen fascista italiano y la rendición de Italia a las tropas aliadas fue el signo público e inequívoco de que el Eje Berlín-Roma-Tokio podía perder la guerra y los regímenes fascistas o nacional socialistas borrados del mapa político europeo. Si a ello se une el riesgo interno real de conspiración monárquica, ayudada por la presión aliada, el panorama no podía ser más inquietante para el futuro del régimen franquista.


Benito Sacaluga



(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)

lunes, 29 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (VI)




La situación de Cartagena en 1943, según la Policía política (*)


Puerto de Cartagena en 1868
salvadorzamora.wordpress.com
La progresiva decantación de la II GM a favor de los aliados fue cambiando progresivamente la situación política, tanto para los primeros inicios de la oposición antifranquista, como para algunas de las fuerzas y personalidades que habían apoyado al régimen. Así lo demuestran los Informes de la DGS que periódicamente se presentaban ante “Su Excelencia”, sobre la situación política en Cartagena. El informe correspondiente a mayo de 1942 señala: ... el incremento de la disidencia, no sólo en el ámbito civil, sino también en el militar; el descaro de estos desafectos al régimen; así como el acercamiento a los “masones” de personas que pasan por ser adictas al Régimen:

[…] Es asimismo muy de tener en cuenta las reuniones que existen de personal que ha pertenecido a la masonería, pues se da el caso anormal que por haber regresado varios masones de Madrid, donde fueron llamados para ser juzgados, han tenido cambios de impresiones con los masones de otras provincias, […] incluso uno de los más destacados en esta plaza, llamado José Bonmatí (o Casimiro ¿?), ha sido visitado a su regreso por todos los masones y abrazado, en plena calle, por algunos que figuran en filas nacionalistas […] Existe igualmente un Teniente Coronel de Marina llamado D. Carlos Navarro, hombre de ideas izquierdistas y del partido azañista, y al cual sorprendió el Movimiento en nuestra zona, y sigue prestando servicio en la Escuadra, el cual no se recata poco no mucho, en sus conversaciones particulares, dando noticias escandalosas sobre la situación actual […] .

La investigación acerca de la actividad de los militares y ex-militares de la Base Naval constituye pues una fijación permanente para la Brigada Político-Social y el Servicio de Información Militar (SIM) en Cartagena.

En mayo de 1943, el Comisario de Policía, Matías Caballero Párraga, envía al Director de la Seguridad del Estado, un Resumen del Informe acerca de la situación de Cartagena. Dado el alcance de su contenido y las personas implicadas, el Director de la Seguridad decide ponerlo en manos del Jefe del Estado, fuera del circuito oficial habitual de las informaciones decenales de la DGS. El general Franco no sólo lo leyó sino que, de su puño y letra, hizo sobre el texto anotaciones y comentarios, con instrucciones muy precisas, que se conservan en el documento original, en los fondos de la Fundación Francisco Franco.

El comisario Caballero Párraga comienza su informe señalando:

« […] el lamentable estado político-social de la población de Cartagena, y de la existencia de una organización formada por masones y rojos para derrotar al actual régimen […] Es evidente la peligrosidad de tales elementos, por actuar principalmente en la Base Naval, y dentro del Consejo Ordenador de Construcciones Navales Militares, donde sujetos expulsados del Ejército, Marina, y de otros Cuerpos del Estado, tienen en su poder secretos de interés Nacional, armamento, y en general los resortes para saciar su odio a la España Nacional […] con ayuda de algún diplomático y con frecuentes reuniones de las Logias, como ya se hace constar en informes anteriores […] »
La trama conspiratoria, según el susodicho Comisario, estaba dirigida, entre otros, por Eduardo Espín Vázquez, Decano del Colegio de Abogados de Cartagena, desde 1921 hasta 1968 y cinco veces Diputado a Cortes por la circunscripción de Cartagena, desde 1916 a 1923, y vice-presidenete de las Cortes Españolas representando a la “facción ciervista” del partido conservador. Los dos hijos de Eduardo Espín, Francisco y Diego Espín Cánovas, éste también abogado, según el Informe, colaboraban con su padre en el intento de derribo del Régimen. En la dirección de la supuesta conspiración, también participaban los cuatros hermanos Serrat Andreu: Vicente, Pedro Juan, Ángel y José. Durante los últimos años de la Restauración, antes de la Dictadura de Primo de Rivera, la familia Serrat Andreu representaba uno de los principales soportes del partido liberal en Cartagena. Vicente Serrat, consignatario de buques, fue uno de los líderes del partido liberal cartagenero, varias veces concejal del ayuntamiento cartagenero y alcalde liberal de Cartagena, en 1913. Pedro Juan Serrat había sido nombrado Consejero del Banco de España, en Cartagena. (Al margen manuscrito por el propio Franco: «Confinamiento previa interrogación»)

Entre los lugares habituales de reunión se citan: algunos de los domicilios o despachos de los anteriormente mencionados; determinados cafés tradicionales de la calle Mayor o alrededores del centro de Cartagena, como el Mastia, el Columbus, el Bar San Miguel, o el Restaurante Cartagena, « desde donde suelen encargan comidas cuando están reunidos en el despacho del abogado Eduardo Espín ». También hace mención el informe a una finca situada en el barrio de Los Dolores, denominada Casablanca, propiedad del súbdito inglés Francisco Holt, quién a su vez era copropietario, entre otras, de la mina El Águila, en la sierra cartagenera. La casa de Holt es calificada en el informe como « el centro principal del Socorro Rojo ». (Al margen manuscrito: «Expulsión de Holt»)

Según dicho informe también estaba implicado en la red Manuel Cánovas Hernández, propietario de una Fábrica de Bicicletas en la Alameda de San Antón: 
« […] donde se sospecha se pueden estar fabricando armas, habiendo estado funcionando, hasta el día primero del actual, en que se han paralizado sus trabajos […] ».
Manuel Cánovas fue diputado provincial por el partido conservador en Cartagena, en junio de 1.921.

La banca cartagenera también parecía estar en el asunto, porque el director del Banco de España, Eduardo Cuadrons Martínez; el director del Banco de Industria y Comercio, Pedro Roig López; y el director del Banco Español de Crédito, Salvador de Lamo Gómez, ya que: 

« […] son íntimos e incondicionales de EDUARDO ESPÍN VÁZQUEZ y de los hermanos SERRAT ANDREU, los que se asegura, guardan divisas pertenecientes a la organización, que utilizan para sus fines […] ». (Al margen manuscrito: «Indagación»).

Pedro Roig López fue falangista de primera hora, Delegado de Administración de FE en Cartagena, cuando Tomás Cerezo era Jefe Local, a principios de 1940. Salvador de Lamo Gómez fue concejal en el Ayuntamiento de Cartagena por el partido liberal, en 1917 y 1922.

Referente a los militares profesionales y a sus servicios de información había numerosos implicados, entre ellos, el jefe del SIM en Cartagena, Jesús Zapata:

« […] los planos de las defensas de Cartagena, emplazamientos de fortines, polvorines, etc. son confeccionados por FRANCISCO ESPÍN CÁNOVAS y BLAS CÁNOVAS HERNANDEZ, y se sospecha que también lo efectúa y toma parte en los trabajos, Don RAFAEL SÁNCHEZ LEÓN, hijo político del último, y Capitán de Artillería, con destino en la Fábrica de La Ñora (Murcia) […] Comprobado que el Jefe del S.I. militar de Cartagena, Teniente de Intendencia Don JESÚS ZAPATA ALBALADEJO, perteneció a la masonería, Logia “Aurora”, nombre simbólico de Marat, donde ingresó en el año 1923 […] » (Al margen manuscrito. «¿Quién es?»)
Asimismo, el comisario Caballero Párraga añade una información de la que debía estar muy seguro para incluirla, dados los apellidos de las personas implicadas:

« […] que esta organización cuenta con el Capitán de Artillería de guarnición en Cartagena Don JOSÉ LÓPEZ PINTO, hijo del General fallecido, el que también tiene una hermana llamada Lolita, que no se recata de hablar en contra de nuestro Glorioso Movimiento, y de nuestro invicto Caudillo […] ».
José López Pinto


El General de División de Artillería, José López Pinto, muerto súbitamene en 1942, mientras ostentaba el cargo de Capitán General de la VI Región Militar (Burgos), estaba considerado como uno de los adalides y promotores de la sublevación militar del 18 de julio, siendo Gobernador Militar de Cádiz. Además de un héroe de la Cruzada era un “cartagenero de pro”, marrajo, Hermano Mayor de la Cofradía de Jesús Nazareno, Presidente del Patronato de la “Gota de leche” de la Casa del Niño, etc. Todo un personaje del Régimen en Cartagena y fuera de ella. Además, su esposa fue condecorada con la “Gran Cruz de la Beneficiencia”, por «su caritativa obra durante la contienda». Que el hijo y la hermana del ilustre Capitán General, aparecieran como elementos contrarios al Movimiento nacido del 18 de julio, era un escándalo y un golpe difícilmente soportable por el régimen, que no pasaba precisamente por su mejor momento.

La colaboración del Cuerpo Diplomático consular representado en Cartagena en la  conspiración, se concretaba en:
« […] Comprobado que DIEGO SEGURA APARICIO, masón con el grado de aprendiz, perteneciente a la Logia “Aurora”, y condenado, actúa activamente y sigue de Vice-cónsul de Portugal, suponiéndose que es con el que cuentan, para por medio de la valija diplomática, transmitir y recibir consignas del Extranjero […] » (Al margen manuscrito: «Ojo, comprobarlo. A Portugal una vez comprobado y expulsado »)

Curiosamente no se hace referencia a Leverkus, ni al consulado inglés, que es mencionado en otros informes. Aunque sí se hace a significativos elementos de esta colonia como Holt. Al otro gran núcleo de investigación, el Consejo Ordenador de Construcciones Navales Militares, y a su director Luis Vial y Diestro.

Por último, el Informe intenta demostrar la componente comunista de la supuesta conspiración que sitúa en El Algar, en Murcia y en el Puerto de Mazarrón. Al frente de esta facción sitúa a :

« los hermanos JOSÉ y FRANCISCO LUENGO […] y a un tal PATERNA, dueño de los coches de Línea Cartagena-La Unión-El Algar […] ». 
Esta parte es mucho más genérica y está más desdibujada e imprecisa que la anterior. Parece como si se quisiera forzar la implicación comunista en la trama que, en el esquema propagandístico del Régimen, debía ser no sólo masónica, sino también marxista.

En resumen, el susodicho Informe implica en la supuesta conspiración masónica, a una parte cualitativamente significativa de la burguesía y los profesionales cartageneros, así como a militares y personalidades importantes del régimen franquista. Al frente de la misma sitúa a Eduardo Espín Vázquez, quien junto a José Maestre, lideró el partido conservador, en Cartagena, en los años previos a la Dictadura de Primo de Rivera. En su órbita hace girar como cómplices a sus hijos y a los tres directores de las entidades bancarias representadas en Cartagena. Uno de estos directores, Roig, era falangista, otro de ellos, Salvador de Lamo había sido un destacado miembro del partido liberal cartagenero. Por otra parte, señala también como conspiradores a la familia Serrat Andreu, cuyas inclinaciones liberales habían sido manifiestas. Vicente Andreu, junto a Payá, dirigió los destinos del partido liberal cartagenero, en los últimos años de la Restauración. Consecuentemente, el Informe ponía como máximos dirigentes de la conspiración a los dos principales líderes de los partidos dinásticos cartageneros, el conservador Eduardo Espín, y el liberal, Vicente Serrat. Asimismo son encartados en la conspiración determinados empresarios cartageneros e ingleses, a quienes acusa de fabricar armas o ser el soporte del Socorro Rojo. En el ámbito militar hay que destacar la alusión a la manifiesta deslealtad del Jefe del SIM, en Cartagena, y en el diplomático, a la actuación del Consulado de Portugal. Resulta relevante la presunta implicación en esta trama de reconocidos y expresos de personas afectas al Régimen, como el hijo y la hermana de López Pinto; el Director del Consejo Ordenador y ex-alcalde franquista de Cartagena Luis de Vial y Diestro; o el Director del Banco Mercantil, el falangista Pedro Roig.

El comisario informante da todos estos hechos como probados. Aunque como hemos visto, en algunos aspectos, sólo existen “sospechas” más o menos fundadas. Vistas las consecuencias posteriores que, en la medida de lo posible, más adelante detallaremos, todo parece apuntar a que, este Informe más que poner al descubierto una conspiración política, sólidamente estructurada y articulada, expresa la disconformidad con el Régimen de determinadas capas de la burguesía empresarial, profesional y militar cartagenera, que sociológicamente siempre se habían ubicado políticamente en la derecha conservadora, el centro liberal, o el republicanismo moderado.

El devenir de la II GM y la posible caída del Régimen, al pairo del cambio de escenario internacional, provoca la reacción de múltiples personalidades y grupos de la política tradicional cartagenera que empiezan a moverse. Son estos primeros movimientos los que empieza a detectar la policía y el SIM y los que constituyen la base del Informe.

Asimismo nos revela la profunda desconfianza de la facción más dura, germanófila, autoritaria y militar del régimen, en Cartagena, hacia determinados estamentos y personas que por su anglofilia, su pasado con el ancien regime liberal-monárquico, su tibieza anti-republicana, su comportamiento religioso o social, su fortuna o éxito profesional, o su posición expectante ante el futuro, estaban bajo permanente sospecha de desafección dada la situación política internacional.

(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)




A propósito del general López Pinto.


  • Citado el general López Pinto en el informe de Martinez Ovejero aprovecho para incluir en esta entrada el artículo que sobre él general golpista publicó La Verdad en 2010 y la carta que dirige la Asociación de Memoria Histórica de Cartagena al director del diario en relación con el articulo publicado .


El 26 de julio de 2010 el diario La Verdad publica un artículo titulado "José López Pinto,Artillero y Marrajo",  en el que se ofrece una versión "maquillada" del general franquista. El día siguiente, 27 de julio de 2010, el Presidente de la Asociación Memoria Histórica de Cartagena se dirige por carta al director de La Verdad, comunicación que reproduzco a continuación :

Estimado Sr. Director del periódico La Verdad

En repuesta  y aclaración, del articulo aparecido en su diario el pasado 26 de Julio 2010, Titulado José López-Pinto, Artillero y Marrajo, desde mi punto de vista, se publican verdades a media, tergiversando, el papel en la historia de López- Pinto.

LV. Textual: En 1931 fue destinado a Granada y en noviembre a Murcia, ascendiendo a general de brigada al año siguiente, siendo nombrado en 1934 gobernador militar de Cartagena. El Ayuntamiento solicitó el relevo de López Pinto como gobernador militar el 28 de febrero de 1936.

Aclaración: Después del triunfo del frente popular el 22 de febrero de 1936, se produce en Cartagena, una manifestación de más de 15.000 ciudadanos, la más importante registrada en nuestra ciudad hasta ese momento, que acompaña a la reposición del Ayuntamiento, pide al Gobierno democrático de la Republica, la libertad de los presos políticos y sociales y la separación de sus cargos por considerar los enemigos de la democracia, del primer Jefe de la Base Naval, Contraalmirante Cervera y del Gobernador militar de la plaza José López-Pinto.

L.V. Textual: Marchando a Cádiz donde el 18 de Julio 1936, siguiendo las ordenes del general Queipo de Llano declaró el estado de guerra. Dominó la sublevación del arsenal de la Carraca.

Aclaración: Que sublevación. Los militares que defendían el Arsenal de la Carraca, eran fieles al gobierno democrático de la República Española, y solo  generales como Franco, Queipo de Llano, López Pinto etc. etc. pese a  jurar lealtad al gobierno y a una bandera traicionaron a la misma y sometieron a este país en un baño de sangre.
López Pinto, declaró el estado de guerra en Cádiz y su provincia. Se apodero del  Gobierno Civil. Reprimió con brutalidad la resistencia ofrecida por el Arsenal de la Carraca y extendió la violenta ocupación a los pueblos de la provincia de Cádiz y algunos de la de Málaga, dando muerte a niños, ancianos mujeres y enfermos.

LV. Textual: Por orden de Franco se incorporó al mando de la 6ª División Orgánica de Burgos. Los años siguientes de la guerra civil continuó en el frente del Norte.

Aclaración: En el frente Norte, recibiendo ordenes del general Franco, dirigirá  las operaciones militares que extenderá el terror a Bilbao (17 de Junio 1937) y Santander (27 de Agosto 1937).

LV Textual: López-Pinto fue hermano mayor marrajo, entre los años 1917-1924

Parece ser práctica común, en las cofradías de Semana Santa de Cartagena el tener en su seno y al mismo tiempo homenajear a personas, golpista y antidemócratas, solamente cito 2 casos:


  • López Pinto. Hermano Mayor Marrajo
  • Francisco Franco. Medalla de Honor de la Cofradía California.

Si más se despide atentamente,
Enrique Jesús Nicolás Paredes
Presidente,  Asociación Memoria  Histórica de  Cartagena.



Benito Sacaluga



domingo, 28 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (V)

El Consejo Ordenador de Construcciones Navales Militares, 
empresa clave en la estrategia del Régimen y de la oposición anti-franquista (*)


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Gradas horizontales 1, 2 y 3 del COCNM
juanalmarzapozuelo.blogspot
......Especial atención merece la situación de: « […] los militares que después de condenados por un Tribunal Militar y expulsados del Ejército han sido colocados con buenos sueldos en aquella factoría […] », refiriéndose al Consejo Ordenador de CNM que dirigía Luis de Vial, quien compatibilizó su cargo en los astilleros cartageneros con la alcaldía de Cartagena, entre diciembre de 1939 y junio de 1941. En general, en los informes de la policía y del SIM, respecto a la situación de Cartagena, se advierte una poco disimulada crítica a la actitud del Director de la factoría de Cartagena del CO de CNM, por el amparo que, a juicio de los falangistas y personalidades más ortodoxas del régimen residentes en Cartagena, ofrecía a obreros izquierdistas y ex-militares con simpatías republicanas, a los que además ofrecía “buenos sueldos”.

En este sentido, independientemente de la conciliadora actitud y la más objetiva y profesional política de reclutamiento de personal del Director del Consejo, Luis de Vial, hay que señalar que, recién terminada la guerra civil, el estado operativo de la práctica totalidad de las unidades de la flota era desastroso. El concurso de técnicos y de mano de obra especializada y cualificada para la reparación de navíos de guerra, era necesario y urgente.

En agosto de 1940, se encontraban en “gran reparación”, en la factoría de Cartagena: cinco destructores (José Luis Díez, Lepanto, Churruca, Alcalá Galiano y Sánchez Barcáiztegui), todos los que poseía la flota; dos submarinos, el C-2 y el C-4; el cañonero Dato y el torpedero T-14. Además se encontraba en construcción el submarino D-1. Esta enorme carga de trabajo requería el concurso de personal técnico y obrero. Los controles políticos, para trabajadores presuntamente izquierdistas y ex-militares de supuestas simpatías republicanas o masónicas expulsados de la Marina, fueron necesariamente más livianos.

Así, un año más tarde, en mayo de 1943, un Informe sobre la situación de Cartagena, presentado a Franco señalaba:
« […] Todos los mandos de dicho Consejo, del que es Director Don LUIS VIAL y DIESTRO están en manos de personas peligrosas para nuestro Régimen, […] constituyendo un grave peligro, ya que a su alcance y disposición, están los secretos, planos, materiales, y toda la importantísima gama de actividades de la Constructora, comprobándose así mismo ser cierto el amparo y protección a todos los elementos rojos y masones, desafectos a la Causa Nacional, y los que en el momento que demuestran haber sido expulsados y procesados por sus actividades en contra del Régimen, son inmediatamente admitidos ocupando cargos de importancia y responsabilidad […] »  
El control político, sindical y militar del Consejo Ordenador no era un tema baladí. La cuestión del espionaje militar en la Constructora preocupaba no sólo a los militares españoles, sino también a ingleses y alemanes. De un lado, hasta 1940, los astilleros cartageneros fueron una empresa hispano-británica, creada en 1908, cuya tecnología naval era básicamente inglesa, procedente de empresas y socios tecnológicos británicos como Vickers, Armstrong, etc. Con esta tecnología se habían construidos la mayoría de los buques de la flota de guerra española, que en aquellos momentos se encontraba en fase de profunda reparación y modernización.

Almirante Erich Raeder
De otro lado, la tecnología utilizada en la construcción de los futuros submarinos españoles era alemana. Hitler, a través del Almirante Raeder, jefe de la Marina de Guerra, la Kriegsmarine, accedió a que fuera utilizada su tecnología en la construcción de submarinos españoles, a cambio de materias primas (wolframio, estaño, etc.).

El almirantazgo alemán y los astilleros alemanes Germania Werf negociaron con una Comisión española, encabezada por Juan Antonio Suances, las condiciones económicas de utilización de planos, patentes, materiales especiales, etc. para construir en España estos submarinos, más tarde conocidos como tipo “G”, que sería aprobada por el Consejo de Ministros en septiembre de 1941. Si bien, durante la II GM, no se llegó a terminar de construir ningún submarino con esta tecnología en Cartagena, el Consejo Ordenador dispuso de información tecnológica potencialmente muy apetecible para los servicios secretos aliados, dada la importancia de la guerra submarina en la contienda.

Por otra parte, no hay que olvidar el componente obrero del Consejo, permanente presente en los análisis políticos de las autoridades cartageneras, cuya expresión más clara es el texto de la Sentencia que condenó a muerte a Alfonso Martínez Peña, el buzo, trabajador del Consejo, por un delito de asociación y propaganda ilícita de la Unión Nacional. Dicha Sentencia consideraba un elemento agravante, que los encartados fueran trabajadores militarizados de los astilleros cartageneros y del pernicioso efecto de la propaganda de Unión Nacional sobre dicho colectivo laboral que: 
« […] para mayor peligrosidad se efectuaba principalmente en una factoría militarizada con muy abundan-te personal obrero […] ».
La memoria de la tradición obrera y sindical de la antigua Constructora Naval, de orientación mayoritariamente libertaria, aunque también socia-lista pesaba en el imaginario de las autoridades de la Marina cartagenera.

Asimismo, en Cartagena, también era objeto de atención para la DGS, la llamada “propaganda anglófila”:
« […] los ingleses de esta Plaza, […] que hacen muchos viajes a Alicante y Valencia donde recogen la valija diplomática, y también van mucho a Denia, donde parece ser existe una vasta red de espionaje […] ».
El cónsul del Reino Unido en Cartagena era Guillermo Leverkus. El consulado inglés, situado en la calle de San Francisco, nº 10-2º, al igual que el consulado alemán, también estaba dotado de personal diplomático. William Louis Cassar ocupaba «oficialmente el cargo de bibliotecario». Todo el mundo y especialmente la policía y el SIM se preguntaban qué hacía un bibliotecario en el Consulado del Reino Unido en Cartagena. La representación consular cartagenera velaba por los intereses económicos británicos en la ciudad y en la provincia (Mazarrón y Águilas): la explotación de determinadas minas, como la del Águila, por la Sociedad Barrington & Holt ; o The Cartagena Mining and Water Co. Ltd. propiedad de la familia Leverkus, que explotaba el manantial de agua de la pedanía de Perin, entre otras empresas.

Por otra parte, el puerto de Cartagena y la Base de Submarinos eran lugar habitual de fondeo y reparación de la flota alemana del Mediterráneo, información muy valiosa en aquellos días. Además, el consulado inglés tenía la función de contactar con la oposición al régimen para proveerle de información, entre otras cuestiones de la evolución de la II GM y la situación internacional, cuyo objeto era intentar neutralizar el sesgo germanófilo y pro-nazi de la propaganda política del Régimen en aquellas fechas.

En resumen, la defensa en toda su extensión de los intereses británicos en la zona, llevaban al consulado a intervenir en actividades de espionaje y contraespionaje. De ahí el especial interés policial, político y militar por las actividades del cónsul Leverkus, su empresa y sus empleados. Algunos de los cuales, como José Cegarra Martín fue detenido por la policía política cartagenera por: 
« […] hacer propaganda contra el Estado Nacional Sindicalista y sostener correspondencia de carácter subversivo […] ».
Por último, con respecto a los comunistas, no existían evidencias externas de actividades del PCE, ni en Cartagena, ni en Murcia. Así lo afirmaba el Informe de la DGS, de 26 de mayo de 1942: 

« […] con referencia a supuestos movimientos comunistas, hechas gestiones acerca de ello con elementos que estarían enterados, dicen que en Cartagena,no hay indicios de tal cosa […] ».
De acuerdo con los datos aportados, a mediados de 1942, la vigilancia policial y militar se centraba sobre la masonería republicana y los supuestos anglófilos. También la información oficial del Gobierno Civil, a lo largo de los meses de mayo y junio de 1942, en más de una ocasión, hizo referencia directa a supuestas campañas masónicas, así como a sanciones impuestas a determinados ciudadanos, acusados de propaganda contra el Régimen:
« […] a través de campañas de difamación que las sociedades secretas de tipo masónico han ordenado realizar en Murcia […] dado que dichas campañas han encontrado ambiente propicio en casinos, cafés y centros de recreo, he ordenado al servicio secreto y a todos los servicios de Información e Investigación a mis órdenes, la vigilancia más es-trecha para averiguar la identidad de quienes, consciente o inconscientemente, actúen de vehículos de tales noticias […] ».
Meses más tarde, una vez constatada la derrota de Hitler en Stalingrado y culminado con éxito el desembarco aliado en África del Norte, así como la expulsión de las tropas alemanas de dicho territorio, la situación política en Cartagena se hizo mucho más complicada.


Benito Sacaluga




(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)





jueves, 25 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (IV)




Sabotaje alemán en el Arsenal de Cartagena (*)


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...Podríamos continuar con los condecorados expresamente por el III Reich, como el Contralmirante González-Aller, Comandante-Jefe del Arsenal o Augusto Cheriguini, Comandante del Puerto de Cartagena, cuya complicidad con la Kriegsmarine, la Marina de guerra alemana o los Servicios Secretos del III Reich fueron puestos en evidencia por el Informe elaborado por el Servicio de Inteligencia del Reino Unido, cuyo embajador en Madrid, el conservador Samuel John Gurney Hoare, primer Vizconde de Templewood, el 25 de febrero de 1944, entregó al ministro de Asuntos Exteriores de Franco, José Félix de Lequerica, sobre el sabotaje a que se veían sometidos los barcos aliados que recalaban en puertos españoles.

Samuel John Gurney Hoare

Desde el inicio de la II GM, en 1939, hasta la fecha de elaboración del Informe, febrero de 1944, veinte buques aliados habían sido atacados en España por saboteadores al servicio del III Reich, que operaban en nuestro país. En lo que respecta a Cartagena, dicho informe hace referencia al intento de sabotaje del buque cisterna italiano Lavoro, el 31 de Octubre de 1943, en el Arsenal de Cartagena, después que Italia, caído Mussolini, hubiera capitulado, y el General Badoglio hubiera declarado la guerra a Alemania (13/10/1943), formando ahora parte del bando aliado.

Almirante W.Canaris
Uno de los saboteadores procedente del buque alemán Lipari, murió por la explosión prematura de una de las bombas. Este ataque contra el Lavoro fue seguido y precedido por otros sabotajes, que sí tuvieron éxito. Así se expresaba el informe británico que denunciaba que en una visita a nuestro país, realizada por el Almirante Wilhem Canaris, Jefe de los Servicios Secretos alemanes, se acordó con sus homólogos españoles intensificar los ataques contra barcos aliados en: Sevilla, Huelva, CARTAGENA, Bahía de Gibraltar y otros puertos españoles:
« […] Aunque el gobierno español profese ignorancia de las actividades de sabotaje del enemigo, ni ignorancia o impotencia pueden explicar la attitud (sic) de un número de súbditos españoles y funcionarios que viven cerca de las bases enemigas […] quienes no sólo han deliberadamente ignorado las actividades de sabotaje del enemigo llevadas a cabo a pocos metros de ellos, sino que también han facilitado ayuda activa a los agentes enemigos interesados […] »
En la prensa local, no se hizo referencia alguna a este atentado o a cualquier otro atentado o incidente de esta naturaleza, ocurrido en el Arsenal de Cartagena. Sin embargo, poco más de una semana después de la entrega oficial del Informe británico a las autoridades diplomáticas españolas y cuatro meses después del intento de sabotaje, en el Noticiero de Cartagena, aparece una Requisitoria del Juez Instructor de la Comandancia Militar de Marina de Cartagena, con el siguiente texto:
«[…] Por la presente se llama y emplaza a los oficiales del buque alemán Lipari, Walter Schroeder y Hans Richter como posibles responsables de un frustrado sabotaje […] para que en el plazo de 30 días, si se encuentran en España, o 90 si se encuentran en el extranjero, comparezcan en este Juzgado, de lo contrario serán declarados rebeldes […]»
Esta rápida reacción de la Marina, a instancia de la diplomacia franquista, es una muestra del impacto que la denuncia del Reino Unido hizo en el gobierno español. Como analizaremos detenidamente más adelante, en marzo de 1944, una vez derrotada Italia, Franco mostraba mucho más cuidado en escenificar ante los aliados, su presunta neutralidad.

No obstante ello, es necesario señalar que esta requisitoria es una mera formalidad jurídica. Los saboteadores estaban perfectamente identificados por las autoridades cartageneras de la Marina. A pesar de la gravedad del delito, cuando se produjo el intento de sabotaje se les dejó marchar sin cargos. Hechos parecidos llevaron ante el pelotón de fusilamiento a centenares de resistentes antifranquistas. Por bastante menos, pocos meses después, en enero de 1945, con la firma de Bastarreche, serían ejecutados en el patio del Arsenal de Cartagena, Alfonso Martínez Peña y Tomás Rubio Martínez.

Cuatro meses más tarde del intento de sabotaje, los últimos responsables de la ocultación del delito y el debido castigo a los responsables, Bastarreche, González-Aller y Chereguini, ordenaron al Capitán de Infantería de Marina, Samuel Gómez Novel, en calidad de juez militar, retomar la instrucción sumarial del caso y proceder a la búsqueda y captura de los autores de un “frustrado sabotaje”, sin indicar siquiera en la requisitoria, ni donde, ni cuando se produjo el delito. Siguiendo las instrucciones de sus superiores, los germanófilos marinos hicieron también cumplido honor a la confianza depositada en ellos por el ya declinante III Reich.

Los oficiales alemanes autores del sabotaje, nunca se presentaron al juez militar, tampoco fueron detenidos y consecuentemente jamás fueron juzgados, pero el intento de “guardar las formas” nos indica que algo estaba cambiando. De hecho, en el ámbito cartagenero, el cónsul inglés Guillermo Leverkus, en tanto que miembro del Cuerpo Consular residente en Cartagena, empezó a ser invitado a algunos de los actos oficiales del Régimen a los que, hasta ese momento, había sido permanentemente excluido. Así, junto al cónsul alemán Fricke, y al resto de las autoridades cartageneras, entre las que se encontraba González-Aller, en representación de Bastarreche, fue invitado, el 2 de mar-zo de 1944, a la fiesta que con motivo del día de su patrón, celebraba el Cuerpo de Policía. Cuya Brigada Político-Social era la encargada de vigilar estrechamente sus movimientos, como demuestran algunos de los partes policiales que veremos más adelante. Asimismo también fue invitado y asistió al acto de entrega del Diploma como hijo adoptivo y predilecto de la ciudad de Cartagena del Almirante Bastarreche, en mayo de 1944, presenciando la ceremonia desde un lugar destacado y con gran repercusión en la prensa local.

En cualquier caso, en el microcosmos cartagenero, el caso del Lavoro es una muestra clara y evidente de la colaboración activa y la complicidad manifiesta entre las autoridades cartageneras de la Marina española y la Kriegsmarine, no sólo durante la época de la No Beligerancia, hasta el 3 de octubre de 1943; sino también, a partir de esa fecha, una vez declarada formalmente la Neutralidad de España ante la II GM.


Benito Sacaluga




(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)



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martes, 23 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (III)

Cartagena y la II Guerra Mundial Falangistas, republicanos, espías, germanófilos y aliadófilos. (*)


Esvástica nazi
Durante los primeros años de la posguerra las autoridades del régimen no sólo estaban preocupadas por los problemas de abastecimiento. El curso de la II Guerra Mundial (en adelante, II GM) y su posible influencia en la vida política española, también estaba “presente en su afán”. Tras casi tres años de victorias continuas de los ejércitos alemanes y del Eje, en todos los frentes, excepción hecha de la invasión de Inglaterra, las cosas empezaron a cambiar. En el otoño–invierno de 1942, los aliados lanzaron la operación Torch. Ingleses y norteamericanos desembarcaron en el Norte de África, el 8 de noviembre de 1942. Asimismo, en enero de 1943, el Cuartel General del Führer reconocía oficialmente la derrota de los ejércitos alemanes en Stalingrado.

Ambos acontecimientos supusieron un punto de inflexión y un notable cambio de tendencia en el curso de la II GM. En principio, el desembarco en el Norte de África hizo saltar todas las alarmas a las autoridades españolas, a pesar de las garantías dadas por Roosevelt a Franco de que las tropas aliadas no iban a invadir territorio español.

El nuevo escenario de la II GM pasaba a desarrollarse en las mismas puertas de casa: el Mediterráneo y el Norte de África. Consecuentemente la Base Naval de Cartagena, el más importante núcleo militar español del Mediterráneo, cobró un considerable protagonismo y un papel muy significativo, tanto en el ámbito militar como en el político. Esta situación tuvo importantes repercusiones en la vida política cartagenera: franquistas y anti-franquistas, aliadófilos y germanófilos, empezaron a pensar firmemente que las cosas podían cambiar, en uno u otro sentido. Inmediatamente, en la medida que pudieron, todos ellos empezaron a jugar sus respectivas bazas.

La desclasificación de los archivos de la Administración norteamericana ha permitido conocer la intensidad, el alcance y la naturaleza de la cooperación entre la Alemania nazi y la Italia fascista con el régimen de Franco, durante la Guerra Civil y la II GM. Estos documentos han desvelado que en España, durante la II GM, operaba la Kriegsorganitation Spanien (en adelante KOSp), la Organización de Guerra Alemana en España, que tuvo una importante delegación y una significativa actuación en Cartagena, por los motivos anteriormente mencionados. La neutralidad oficial española no impidió, ni el comercio con las potencias del eje, ni el desembarco tolerado y protegido de una tupida e intensa red de militares y espías alemanes. La KOSp estuvo ampliamente protegida por las autoridades civiles y militares del régimen franquista. Esta protección y cobertura también se tuvo en Cartagena, como más tarde demostraremos. Un elemento fundamental de acicate a la colaboración entre nazis y franquistas fue la estrecha relación que se había establecido entre militares alemanes y españoles durante la Guerra Civil española.

Germanófilos en Cartagena


Medalla de la Orden del Águila Alemana
La política oficial cartagenera había sido profundamente afecta a los intereses del III Reich, al menos hasta 1942. Después de esa fecha, si bien la tendencia mayoritaria no cambia, empiezan a detectarse algunas disidencias. Los buenos oficios y los negocios del cónsul alemán Enrique Fricke, puestos de manifiesto por Francisco José Franco habían conseguido construir una tupida red de colaboradores y simpatizantes con el régimen nazi. El embajador Von Stoherer, así como otros altos funcionarios de la embajada alemana en España, reforzaban estas complicidades militares, económicas, e ideológicas, en sus periódicas visitas a Cartagena. Prueba de ello, es que no fueron pocas las autoridades civiles y militares condecoradas por el III Reich, en Cartagena. Desde el gobernador civil de Murcia, Sergio Orbaneja, hasta el General del Arsenal de Cartagena, Cristóbal González-Aller, pasando por el Comandante Militar de Marina, Augusto Cheriguini, o el periodista de El Noticiero y Cónsul de Perú en Cartagena, José Moncada Moreno, entre otros muchos. Todos ellos recibieron del gobierno alemán condecoraciones y reconocimientos, como las Cruces de 1ª clase de la Orden del Águila alemana; e incluso la valiosa Cruz del Merito con la Espada y la Estrella del Águila alemana (González-Aller). Probablemente en correspondencia a la interesada generosidad apologética alemana con estos militares y civiles cartageneros, al cónsul alemán en Cartagena, Enrique Fricke también le fue impuesta nada menos que la Orden del Yugo y las Flechas, una de las más preciadas condecoraciones del régimen. El consulado alemán en Cartagena estaba dotado además, nada menos que con un Secretario-Canciller, Carlos Muller, de nacionalidad alemana.

Los lazos que ayudaban a reforzar las buenas relaciones entre la élite político-administrativa cartagenera y el Tercer Reich, no sólo hacían referencia al ámbito militar, sino también al cultural y laboral: la asistencia de los hijos de los más representativos dirigentes falangistas cartageneros al Colegio Alemán de Cartagena; el sesgo pro-alemán de la información sobre la evolución de la II GM, omnipresente en la prensa, la radio, y en el cine a través de los Noticiarios de la UFA (Universum Film AG), la productora cinematográfica oficial alemana; la promoción del estudio del alemán como lengua de futuro; la germanofilia y la exaltación del régimen nacional-socialista; etc. Todo ello formaba parte sustancial de la vida cultural y la propaganda política oficial de Cartagena durante la primera mitad de la década de los cuarenta. Asimismo, 170 trabajadores cartageneros fueron voluntariamente a prestar sus servicios en las fábricas del Reich. La cooperación hispano-alemana llegaba hasta la mesa de los cartageneros: las simientes de patatas que se sembraban en la Huerta de Murcia y en el Campo de Cartagena procedían de Alemania.

En este sentido, pueden resultar útiles unas breves reseñas biográficas que nos ayuden a comprender el grado de compromiso con el régimen de algunos de estos militares y civiles, que tuvieron una influencia determinante en la política cartagenera:

a)
Francisco Bastarreche y Díez de Bulnes, sin duda el más importante, era bastante más que un Jefe de la Marina y un profesional de la Armada. Su trayectoria personal, familiar y política así lo ponen de manifiesto. Siendo Capitán de navío, junto con el Capitán de corbeta Pedro Nieto Antúnez, declaró el estado de guerra en la Base de Marín encabezando la sublevación en Galicia de julio de 1936. Los hidroaviones de esta base bombardearon el Cervera y el España, fondeados en El Ferrol, hasta que sus dotaciones que defendían la legalidad republicana se rindieron a los rebeldes.

Formó parte del tribunal de diversos Consejo de Guerra sumarísimos que tuvieron lugar en El Ferrol, en 1936, contra altos oficiales de la Marina que habían permanecido fieles a La República, entre ellos: Juan Sánchez Ferragut, comandante del Almirante Cervera y otros miembros de la tripulación (Causa nº 39/36), en total nueve penas de muerte; así como a los oficiales y la dotación del Torpedero T-2 (causa 65/36), cuatro condenados a muerte y cinco a reclusión perpetua.

En febrero de 1937, Bastarreche participó en uno de los episodios más sanguinarios y trágicos de la guerra civil. Siendo Comandante del crucero Canarias, en colaboración con el Cervera y con la aviación italiana y alemana, bombardeó y ametralló a los más de 60.000 civiles, ancianos, mujeres y niños, que huían por la carretera de la costa de Málaga a Almería, tras la toma de Málaga por las tropas rebeldes. Los cálculos más optimistas hablan de más 5.000 muertos, casi todos mujeres y niños. Tras ser Jefe de la Base de Cádiz, en 1941, es nombrado Capitán General-Almirante del Departamento Marítimo del Mediterráneo, en Cartagena. Entre 1941-44, firma y confirma más de cincuenta sentencias de pena de muerte dictadas por los tribunales de la Armada en Cartagena.

Fue designado por Franco, Consejero Nacional del Movimiento (2/1/1943), era la única persona que ostentaba esta nominación en la provincia de Murcia, por lo tanto detentaba la máxima autoridad política en la provincia. Asimismo, era Presidente de la “Hermandad de Mártires de la Cruzada”. Ya que su hermano Fernando Bastarreche, Comandante del Sánchez Barcáiztegui, fue sometido a Consejo de Guerra, condenado a muerte y fusilado en Málaga (21/8/1936) por haberse unido a la sublevación del 18 de julio, desobedeciendo las órdenes del gobierno republicano.

Estaba casado con Concepción Moreno, hermana de Francisco y Salvador Moreno, jefes de la sublevación en Ferrol y Galicia, en julio de 1936. Salvador Moreno fue nombrado Jefe de la Flota, desde la constitución de la Junta de Defensa, en Burgos (24/7/1936) y confirmado luego como Ministro de Marina. Francisco Moreno, nada más terminar la guerra, fue nombrado Capitán General del Departamento Marítimo del Mediterráneo, primero en Cartagena y después en Ferrol, donde murió en 1945.

Hijo adoptivo y predilecto de Cartagena, estaba en posesión de la Gran Cruz del Mérito Agrícola. Durante su mandato, 1946, se terminaron las obras de canalización de las aguas de río Taibilla, que deberían suministrar de agua potable a la Base Naval y de paso al pueblo de Cartagena.

b)
Manuel López Andújar, falangista de primera hora, ingeniero-director de Unión Eléctrica, en Cartagena. Además como alcalde de una ciudad, mayor de 50.000 habitantes, era Procurador en Cortes por el tercio municipal.

c)
Vicente Sergio Orbaneja y Castro, capitán de Sanidad Militar, pediatra, camisa vieja, uno de los promotores de la Falange en Mallorca, primo lejano del fundador de Falange, Jose Antº Primo de Rivera, protagonizó la sublevación y brutal represión en Mallorca, junto al Conde Rossi y Ladislao López Bassa. Asimismo participó en las negociaciones previas del Decreto de Unificación. Es nombrado Gobernador Civil de Murcia, en mayo de 1940. Anteriormente había sido Gobernador Civil de las provincias de León y de Tenerife. En esta última provincia, tuvo serios enfrentamientos con el Capitán General de Canarias, el general monárquico y héroe de la Cruzada Ricardo Serrador Santés, quién terminó provocando su cese y posterior traslado a Murcia.

Este “camisa vieja” constituye junto a Querejeta el paradigma de la actuación populista y nacional-católica, contra estraperlistas, blasfemos, y mujeres incontroladas de vida airada. Su mandato fue el más breve de todos los gobernadores civiles que tuvo la provincia durante el franquismo, no llegó siquiera a siete meses. A propuesta del Gobierno del Reich, Orbaneja fue condecorado con la Cruz del Mérito de Primera Clase de la Orden del Águila Alemana por «sus relevantes méritos en la pasada Cruzada».

A su salida del Gobierno Civil de Murcia, fue nombrado Jefe Superior de Policía de Madrid. Tampoco duró mucho tiempo en ese cargo. Siete meses más tarde fue cesado y nombrado en un puesto relacionado con las prisiones militares. Nueve meses más tarde, con motivo de haber cesado de este último puesto, la propia Secretaría General de Falange en un Informe fechado en septiembre de 1941, acusa a Sergio Orbaneja de colaborar con una agencia probritánica, con objeto de conspirar contra Serrano Suñer, a quién hacía responsable de su personal infortunio y ocaso político. Al parecer su fervor falangista se atenuó bastante. El otrora germanófilo condecorado y martillo de herejes, blasfemos y prostitutas, regresó a las Islas Baleares tildado de conspirador anti-falangista y anglófilo, por sus propios compañeros.

d)
Elías Querejeta Insausti, nacido en San Sebastián, militante del primer requeté guipuzcoano, herido de guerra en Eibar, miembro de la Comisión Gestora nombrada por el Gobierno Civil para regir la Diputación provincial de Guipúzcoa, en mayo de 1938. Jefe Provincial de FET y de las JONS de Guipúzcoa, en mayo de 1939; elegido Presidente de la Diputación, en septiembre de 1939. Fue nombrado Gobernador Civil, el 20 de octubre de 1941 y Procurador en las Cortes Orgánicas de Franco por el tercio sindical, en el grupo de técnicos del Sindicato del Papel y Artes Gráficas.

e)
Cristóbal Graciá Martínez, abogado albaceteño nacido en Caudete. En 1934, era el Jefe Provincial de Acción Popular Agraria, en Albacete. En enero de 1936, fue nombrado Delegado Provincial de Trabajo y se presentó a las elecciones por la CEDA, por dicha provincia. Al término de la Guerra Civil, Cristóbal Graciá se incorporó a la vida política albacetense. El 3 de junio de 1942 se le nombró presidente de la Diputación, ocupando este cargo hasta el 21 de junio de 1943. Durante este último año era secretario provincial del Movimiento y fue nombrado Gobernador Civil de Murcia, cargo que posteriormente pasó a ocupar en Salamanca. Durante 1958 fue Director General de Previsión del Mº de Trabajo. Murió en Caudete en 1988.

f)
Julio Iglesias-Ussel Lizana, cartagenero, tenía 28 años cuando fue nombrado gobernador, Comandante de Infantería, falangista, era hijo de Julio Iglesias Abelaira, Comandante del acorazado Jaime I, fusilado por los republicanos, en Madrid, en 1936, donde se encontraba en comisión de servicio; y de Adela Lizana Ussel de Guimbarda, procedente de una familia de rancio abolengo cartagenero. La sublevación le pilló como Teniente, en Cartagena, desde donde fue trasladado a Córdoba, donde se pasó al ejército rebelde. Fue ascendido y condecorado varias veces. Después de la guerra, antes de ser nombrado Gobernador Civil de Murcia, en octubre de 1940, era Jefe de las Milicias de FET y de las JONS de Cataluña.

g)
José de la Figuera Calín, Marqués de Fuente El Sol, fue nombrado por Iglesias-Ussel alcalde de Cartagena, el 6 de junio de 1941. Sustituyó a Luis de Vial y precedió a López Andújar. Era hijo de José de la Figuera y de la Cerda, sacado de la cárcel de San Antón, con otros 48 presos políticos, y asesinado en Cartagena el 18 de Octubre de 1936.

Casi todos ellos tienen un nombramiento de carácter político del más alto nivel dentro del régimen, más allá de sus responsabilidades locales o provinciales. Participaron personalmente en la conspiración militar que desembocó en la sublevación contra la República. Algunos como Bastarreche, Ussel-Lizana o el Marqués de Fuente El Sol tienen algún familiar directo, padre o hermano, asesinado o ejecutado durante la guerra civil. Todo ello, les merece la confianza de Franco que les integra en el núcleo duro del régimen. No obstante ello, también existen excepciones como el caso Orbaneja de distanciamiento por motivos, al parecer más personales que políticos. La lista podría extenderse mucho más.


Benito Sacaluga




(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)




viernes, 19 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (II)

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La larga sombra de la memoria de los jefes y oficiales rebeldes muertos en Cartagena. 

La represión franquista, el poder al almirantazgo. (*)


.........El ejercicio de la autoridad de la Capitanía General sobre la ciudad, se puso de manifiesto en otros aspectos aparentemente menos relevantes, pero no por ello, menos significativos. Entre ellos, cabe mencionar, la organización y la seguridad de las escasas visitas que Franco hizo a Cartagena. Esta importante función, en la ciudad departamental, estuvo siempre a cargo del Capitán General, autoridad militar, y no del Gobernador Civil de la provincia como primera la autoridad civil y teóricamente máximo responsable del orden público.

Franco visitó Cartagena cuatro veces en los casi cuarenta años de dictadura: 29-30 de abril de 1946; 6-7 de octubre de 1957; 29 de abril de 1960; y 6 de Junio de 1963. Excepto la segunda, que tenía por objeto inaugurar la Central Térmica de Escombreras y visitar las instalaciones de la nueva Refinería que no había podido o querido inaugurar siete años antes, las otras tres visitas, se hicieron, casi por sorpresa. Sobre todo la de 1946, en la que Franco vino a comprobar los daños producidos, en la Vega Media del Segura, con motivo de las riadas. No se hizo pública su visita a Cartagena, hasta la mañana de ese mismo día.

El pasado político y la fidelidad republicana de Cartagena, siempre inspiró la prevención y el recelo del Jefe del Estado y de las autoridades del Régimen. Véase como ejemplo, la presuntamente improvisada visita de abril 1946, siete años después de finalizada la guerra civil, que brevemente describimos a continuación. A raíz de las características de la visita, podemos deducir que su motivo fundamental fue capitalizar en la figura de Franco: la consecución del suministro permanente de agua a la ciudad procedente del río Taibilla; iniciar una “distante y calculada aproximación multitudinaria” a los cartageneros, especialmente a los militarizados trabajadores del Consejo, vestidos de chaqueta y corbata, como muestran las fotos de la época; y venerar y mantener el recuerdo de los marinos mártires de las “hordas rojas”. Las cuestiones de seguridad eran muy importantes y debían ser confiadas a quién detentaba el poder real en la ciudad, el Almirante Bastarreche.

D51
Destructor de la clase Liniers
(3ª Serie Churruca)
A pesar de no estar oficialmente prevista esta visita, en menos de dos horas, se levantó un gran arco en el límite del municipio con la inscripción ¡Viva Franco! El alcalde, Miguel Hernández Gómez lanzó un bando, a medio día, invitando a los cartageneros a recibir al invicto Caudillo por la tarde-noche. Según la prensa, llegó a la ciudad a las 10 de la noche, siendo recibido apoteósicamente por una enfervorizada multitud. Cubrían la carrera fuerzas de Artillería, Infantería y Marina. Al día siguiente, visitó el Consejo, donde fue vitoreado por los obreros. Después visitó el destructor Liniers, que sería botado, ese mismo día. Ofreció unas flores a los “mártires” del Castillo Olite y del España número 3. Visitó a la patrona de Cartagena, la Virgen de la Caridad. Inauguró el Instituto de Bachillerato Isaac Peral. Visitó los depósitos y las instalaciones de Aguas del Taibilla. Y entregó cinco mil pesetas como donativo a los “pobre enfermos” del Santo Hospital de Caridad. El despliegue de actividades de esta “visita improvisada”, anunciada escasas horas antes de producirse, fue tan amplio y variado, que razonablemente hay que dudar de su improvisación.
Igualmente, la autoridad política del Capitán General, Almirante Bastarreche, quedó patente en el acta municipal que daba cuenta al Ayuntamiento de la visita de Franco, en 1950: (1)
“… el Pleno municipal del Ayuntamiento de Cartagena, de 23 de junio de 1950, daba cuenta de sendas comunicaciones del Capitán General del Departamento. En la primera se comunicaba el plan de la visita del Jefe del Estado a la ciudad, informándose de su llegada, el día 25, a las 20 horas; y en la segunda se remitía el programa de la inauguración de la Refinería de Petróleos, y de la botadura de los dos buques construidos en la EN Bazán…”
Este documento revela, donde estaba el poder real. En una cuestión tan esencial para el Régimen, como era la seguridad del Jefe del Estado, es el Capitán General, y no el Gobernador Civil, quien comunicó oficialmente al Pleno del Ayuntamiento el programa y las incidencias de la visita de Franco. La máxima autoridad militar fue siempre la responsable de la seguridad del “generalísimo”, en sus escasos periplos cartageneros.

(1) Esta visita finalmente no llegó a realizarse, la versión  oficial apunta a una "indisposición del Caudillo". Otras versiones no confirmadas achacan la suspensión al conflicto de Corea y a la intención de Franco de colaborar con USA y la ONU enviando unidades del ejercito español para intervenir en Corea contra los comunistas.


Benito Sacaluga



(*) Texto recogido íntegramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Histórica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)

lunes, 15 de julio de 2013

LA MARINA, LA REPÚBLICA, CARTAGENA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA (I)


La larga sombra de la memoria de los jefes y oficiales rebeldes muertos en Cartagena. 
La represión franquista, el poder al almirantazgo. (*)


Comienzo con esta entrada la publicación del excelente estudio realizado por D. Antonio Martinez Ovejero sobre las consecuencias que la sublevación militar, la guerra civil y la posguerra hasta el año 1944 tuvieron para Cartagena y su Base Naval, única que se mantuvo fiel a la República desde el inicio hasta el fin de la guerra.

(*) Entre 1931 y 1936, la situación de la Marina de guerra fue bastante tensa debido al enfrentamiento y a las disputas entre los miembros de los distintos Cuerpos de la Armada, especialmente, entre el Cuerpo General, de una parte, y de otra, el resto de los llamados Cuerpos Patentados y los Cuerpos Auxiliares. Los primeros tenían un fuerte sentimiento elitista y corporativo, así como una orientación política mayoritariamente conservadora y monárquica. En enero de 1932, durante la visita a Cartagena de Niceto Alcalá Zamora, muchos oficiales del Cuerpo General se negaron a asistir a un acto público, en el que iba a intervenir el Presidente de la República. Otros permanecieron sentados mientras sonaba el himno de Riego o dando la espalda al Jefe del Estado de la República.
Por el contrario, unos pocos jefes y oficiales de los otros Cuerpos Patentados (máquinas, infantería de marina, intendencia, etc.), y sobre todo, los oficiales y suboficiales de los Cuerpos Auxiliares (artillería naval, torpedos, electricidad, administración, etc.) vieron en la República la ocasión para satisfacer sus reivindicaciones corporativas y recibieron con gran entusiasmo su advenimiento. La masonería estaba relativamente bien introducida entre sus miembros.

Existían un total de 315 masones en los diferentes cuerpos de la Armada. Su presencia, aunque cuantitativamente minoritaria y casi testimonial entre los Cuerpos Patentados, 63 miembros, 3,15%, era significativa y cualitativamente muy importante. Los jefes y oficiales del Cuerpo General y del resto de los Cuerpos Patentados ejercían el mando directo sobre los buques y las instalaciones de la Armada. Situados en el lugar y en el momento oportuno podrían jugar un papel determinante. Unos pocos así lo hicieron el 18 de julio, pagando un enorme precio por ello.

Sin embargo, el núcleo esencial de la masonería en la Marina se ubicaba entre los oficiales, suboficiales y cabos de los Cuerpos Auxiliares, con especial incidencia entre los maquinistas. En la marinería pesara más la tradición obrerista e incluso sindical. No en vano, como apunta Sueiro: “…El buque de guerra se había convertido en una fábrica mecanizada. Su dotación estaba constituida por especialistas, obreros cualificados y otros, con conciencia de clase y a veces, experiencia sindical…” 

Los almirantes Moreno Fernández, animadores y promotores muy destacados de la sublevación militar de la Marina contra la República, en Galicia y fuera de ella, debieron tener una idea bastante aproximada del grado de extensión de las simpatías masónicas de sus compañeros de armas. Además, después de la guerra, ocuparon las Capitanías Generales de El Ferrol y Cartagena. Salvador Moreno fue además Ministro de Marina desde 1937-45. 
Ambos tuvieron acceso e intervinieron activamente en expedientes de depuración, investigaciones sumariales y sentencias de los tribunales de Marina, que les permitieron evaluar cuantitativamente la influencia masónica en la Marina de Guerra.
Los datos que nos proporciona Jose Antonio Anaya, en su estudio sobre la Masonería en la Región de Murcia, corroboran las cifras anteriores en el ámbito cartagenero. El núcleo principal de la masonería murciana fue sin duda Cartagena. Allí estuvo ubicada, desde 1924, la Gran Logia Regional del Sudeste. Durante la dictadura de Primo de Rivera y la II República, los marinos jugaron un papel esencial en la organización y la extensión de las ideas masónicas en la región.

La figura más destacada de la masonería murciana, durante la II República, fue el capitán de corbeta Angel Rizo Bayona, Bondareff: Venerable Maestro y fundador de la logia Tolstoi (1924); fundador de la logia de marinos Atlántida (1929); Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Regional del Sudeste de España (1925) y Gran Maestre del Gran Consejo Simbólico Federal (1936). Republicano convencido, perteneció inicialmente al Partido Radical de Lerroux. Después se unió a Martínez Barrio en Unión Republicana y finalmente formó parte de Izquierda Republicana. Desde la época de Primo de Rivera, Angel Rizo imprimió a la masonería cartagenera y murciana, una orientación claramente republicana y antimonárquica. Fue Diputado a Cortes por Cartagena, en las Constituyentes de 1931. Durante el bienio 1931-33, fue nombrado Delegado del Gobierno en Transmediterránea y Director General de la Marina Mercante, por el gobierno de la República.

De acuerdo con Jose Antº Anaya, hubo militares y marinos en todas las logias cartageneras: Aurora; Paz, Justicia y Trabajo; Lealtad; Aries; etc. Sin embargo, en la logia Tolstoi eran claramente mayoría. Además, la llamada logia flotante, Atlántida, con templo ubicado, en la calle Sambazar de Cartagena, estaba constituida sólo por marinos, con “triángulos” organizados en buena parte de los buques de la Armada. Sus miembros contribuyeron notablemente tanto a la extensión de la masonería en la Marina de Guerra, a bordo de sus barcos, como a nivel territorial, especialmente en las bases de Ferrol y Marín. Podemos decir que, en 1933, el momento más álgido de la masonería cartagenera, con 184 miembros, el 50%, cerca de un centenar, eran marinos de guerra pertenecientes, en un 87%, a los Cuerpos auxiliares y a los maquinistas de la Armada. No debe extrañarnos el papel esencial, aunque no exclusivo, que algunos miembros de la masonería jugaron en la decantación republicana de la flota, durante la sublevación de julio de 1936,

Las moderadas reformas republicanas, que Giral y Casares Quiroga promovieron en la Marina, no modificaron el status del Cuerpo General. Sin embargo, estas medidas mejoraron las condiciones económicas y disciplinarias de la marinería e hicieron ocupar a los Cuerpos Subalternos, un papel más relevante en la organización de la Armada. Por primera vez, los suboficiales de estos cuerpos, ahora llamados Auxiliares, pudieron acceder al grado de oficial. Aunque a diferencia del ejército, estos oficiales serían distintos a los del Cuerpo General.

Hasta el propio Franco se mostraba crítico con el excesivo distanciamiento del Cuerpo General de la Armada, respecto a los otros Cuerpos de la Marina: " Aquel (el Cuerpo General) se consideraba superior y miraba a los demás por encima del hombro…." Fue injusto haber tenido postergado durante muchos años al cuerpo de maquinistas de la Armada y a otros auxiliares que realizaron siempre una función técnica muy valiosa. Los maquinistas poseen elevados conocimientos científicos y han sido en todo tiempo la garantía del comandante del barco para la buena marcha de éste…..

Benjamín Balboa López
A pesar de su moderación, las nuevas disposiciones republicanas provocaron numerosos conflictos en la Armada. Según Benjamín Balboa, más de 300 cabos y sargentos serían expulsados de la Marina, entre 1933 y 1935, el bienio Lerroux-cedista. Benjamín Balboa López, Savonarola, era oficial de tercera radiotelegrafista, masón, miembro de la logia Atlántida y amigo de Martínez Barrio. Durante ese período, fue condenado a seis meses de prisión por su actividad pro-republicana dentro de la flota. Rehabilitado tras la victoria del Frente Popular, fue un hombre clave en las comunicaciones del Ministerio de Marina, con los barcos de la flota, en julio de 1936. Desde allí, animó a las tripulaciones a la rebelión y al amotinamiento contra los jefes y oficiales desleales con el gobierno de la República.

Este enfrentamiento corporativo tuvo una importancia decisiva en el resultado de la sublevación militar del 18 de julio, así como en el devenir de la guerra civil y la posguerra, tanto en el interior de la Marina, como en la ciudad de Cartagena. Una de estas consecuencias fue el resultado y las características de la represión republicana y franquista.

En primer lugar debemos señalar que más de la mitad de las víctimas, 362 (52%), se produjeron sólo en Cartagena, mientras que en la capital, Murcia, fueron 96 (13%). En Cartagena con la sexta parte de la población provincial, se produjeron más de la mitad de las víctimas por muerte violenta. La desproporción parece evidente.

En segundo lugar, en el conjunto de la provincia de Murcia, el 62% de estas 740 muertes, fueron civiles laicos o religiosos. Las Fuerzas de Seguridad y Orden Público mencionadas, 77 guardias civiles, casi en su totalidad, corresponden a una compañía de la Benemérita, sublevada en Albacete, y trasladada a Cartagena, donde estaban detenidos en el buque-prisión Rio Sil. El 28% restante, 206, serían militares. En Cartagena, los militares constituyeron más de la mitad de todas las víctimas mortales violentas, 197. Si incluyéramos a las Fuerzas de Seguridad, la cifra alcanzaría 268, es decir el 75%. Fuera de Cartagena, en el conjunto de la provincia, fueron sólo nueve los militares ejecutados, tres de ellos en Murcia capital. Entre los militares muertos en Cartagena destacan, sobre todo, los marinos profesionales, en su inmensa mayoría, jefes y oficiales de la Armada, pertenecientes al Cuerpo General. Por último señalar, el escaso número de religiosos muertos en Cartagena, con respecto a la capital y al total provincial.

De las tres Capitanías Generales de la Marina de Guerra, El Ferrol, Cádiz y Cartagena ésta última fue la única que se mantuvo fiel al gobierno republicano. El balance global de las víctimas mortales de la represión, en la Marina de Guerra, en el conjunto de la zona republicana, durante la guerra civil, fue de 319 jefes y oficiales (255 pertenecientes al Cuerpo General y 64 a los otros Cuerpos Patentados). Algo menos de la mitad de estas muertes, 143, se producen en Cartagena.
Los jefes y oficiales del Cuerpo General que secundaron la sublevación contra la República fueron duramente reprimidos. En su mayor parte, estas muertes violentas se produjeron, a manos de grupos extremistas incontrolados. Los asesinatos cometidos en las aguas y el puerto de Cartagena, en los buques prisión España nº 3 y Rio Sil, el 15 de agosto de 1936, son una muestra evidente de ello.

La represión republicana en Cartagena causó un notable impacto directo entre la oficialidad de la Armada. Ni su número, ni su proyección social y política fue comparable, a la del resto de la provincia de Murcia. Esta peculiaridad cartagenera aconseja un tratamiento diferenciado. Para la mejor comprensión de este fenómeno de “represión marinera” hemos optado por intentar una breve aproximación a hechos similares, producidos en entornos sociales, laborales y militares más cercanos a Cartagena, que el resto de la provincia de Murcia. Para ello, afortunadamente contamos con el riguroso estudio realizado por Xose Manuel Suárez Martínez, en la Comarca de El Ferrol, sobre 65 sumarios de los tribunales del Ejército (23) y la Marina (46), entre julio de 1936 y diciembre de 1939. No se trata tanto de efectuar comparaciones cuantitativas, sino de aproximarnos al carácter cualitativo de la represión, en un contexto social y temporal similar al de Cartagena, aunque situado en la zona franquista, en la que ganaron los sublevados, en julio de 1936.
Estos 65 sumarios constituyen las tres cuartas partes de los sumarios que supusieron ejecuciones y que produjeron el 87 % de las muertes por Consejos de Guerra. El número de muertes violentas reales sería aún mayor. En el conjunto de estos sumarios, se recogen 715 ejecuciones en la Comarca del Ferrol, un 90 % más que en Cartagena. Aproximadamente las dos terceras partes, 461 (64 %), sin sentencia judicial, es decir ejecuciones sumarias, al margen de la legalidad. La otra tercera parte, 254 (36 %), con sentencia judicial procedente de los Consejos de Guerra.
Al igual que en Cartagena, los meses de agosto y septiembre de 1936 son los de mayor dureza represiva, con un total de 384 ejecuciones, casi el 90 %, extra-legales. En septiembre de 1936, la media de ajusticiamientos es de siete diarios. Los “paseos” durante este período no respetaron ni a los que estaban procesados.

A diferencia de Cartagena, donde la mayoría de las víctimas eran Jefes y Oficiales del Cuerpo General; en El Ferrol, más del 95 % de los 136 marinos profesionales fusilados, tras ser condenados a muerte en Consejos de Guerra, eran suboficiales y marineros que pertenecían a los Cuerpos Auxiliares. Entre ellos, se incluyen 14 cartageneros destinados o prestando servicio, en la base naval gallega.
El segundo grupo de ejecutados está constituido por los trabajadores. Muchos de ellos procedentes de los astilleros ferrolanos. El Almirante Cervera Valderrama admite en sus memorias que:"…hubo que hacer un buen cribado entre el personal obrero…”. Aunque Cervera Pery  es más explícito y concreto: “…Se produce el fusilamiento masivo de obreros que pintan leyendas republicanas en el costado de un barco en construcción, el Canarias y se diezma a las tripulaciones del España, el Cervera, el Contramaestre Casado, etc… “

Terminada la guerra civil, los fusilados por los franquistas en Cartagena, entre abril de 1939 y enero de 1945, fueron 176. Dos terceras partes fueron marinos, oficiales y suboficiales de los Cuerpos Patentados y Auxiliares y marineros; la otra tercera parte, civiles, trabajadores en su inmensa mayoría y algunos profesionales y funcionarios.

El 20 de abril de 1939, habían transcurrido menos de tres semanas de la entrada de las tropas franquistas en la ciudad, la Auditoría Militar de Cartagena informaba del trabajo realizado en ese breve período de tiempo. Se habían elevado a sumarios 150 procesos. Habían sido informados más de 450 sumarios a jefes, oficiales, suboficiales y auxiliares de la Armada. Además, se había constituido un Consejo Sumarísimo de Guerra de forma permanente, es decir, el procedimiento habitual pasaba a ser el Consejo de Guerra Sumarísimo. Con una media de treinta sumarios por día, incluyendo sábados, domingos y Semana Santa, parece evidente que tal diligencia policial y judicial no ofreció muchos derechos y garantías a los acusados.
Las primeras peticiones de pena de muerte de estos Consejos de Guerra se repartieron entre miembros de los distintos cuerpos de la Armada que habían permanecido fieles al gobierno republicano: el Contralmirante Camilo Molins Carreras, Comandante-General del Arsenal Militar durante el 18 de julio (Cuerpo General); Benito Sacaluga Rodríguez, Comandante de Máquinas del Jaime I (Cuerpo de Máquinas); y Juan Escobar Rodríguez, cabo fogonero (Auxiliares).

No obstante ello, al igual que en El Ferrol, en 1936, la mayoría de los fusilados en Cartagena, en 1939, eran marineros, oficiales, suboficiales y cabos de los Cuerpos Auxiliares. Sólo cinco miembros del Cuerpo General fueron pasados por las armas, ya que la inmensa mayoría de los 55 miembros de este Cuerpo, así como más de la mitad de los 4.200 marinos que habían huido con la flota a Bizerta, en marzo de 1939, no regresaron a España, quedándose en el exilio. Por tanto las cifras de la represión relativas a fusilamientos y cárcel deben contar con este hecho.
En cualquier caso, de acuerdo con los datos proporcionados por el Mº de Economía y Hacienda, en Cartagena, no menos de 1.733 jefes, oficiales y suboficiales del Ejército y la Marina y las Fuerzas de Seguridad, profesionales (616) y NO profesionales (1.117) fueron expulsados de las Fuerzas Armadas después de la guerra. Esta es una cifra mínima, ya que refleja aquellos militares republicanos que pudieron reclamar las pensiones correspondientes, a través de sí mismos, o de sus derechos-habientes. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos que: Son todos los que están, aunque no están todos los que son.

Sacaluga y Escobar, fusilados el 29 de abril de 1939, inauguraron la larga lista de 112 jefes, oficiales, suboficiales y marineros ejecutados en Cartagena en los meses posteriores a la guerra. El Contralmirante Molins sería fusilado el 23 de junio. Los marinos victoriosos del Cuerpo General, no perdonaron a sus compañeros de armas, el hecho de haber permanecido por acción u omisión fieles a la República.

No obstante la cruda realidad de estas cifras, las consecuencias fueron más allá. No sólo en el tiempo, sino también en la actitud del régimen ante la ciudadanía y, especialmente, ante la clase obrera cartagenera. La supremacía militar sobre el poder civil no fue precisamente un hecho aislado en el régimen franquista. En este sentido, como tendremos ocasión de demostrar en las páginas posteriores, hay que constatar que desde de la Capitanía General de la Zona Marítima del Mediterráneo, con sede en Cartagena, se configuró un férreo control, de iure y de facto sobre la ciudad departamental, que va a condicionar notoriamente la actividad reivindicativa de los trabajadores cartageneros y de sus líderes naturales, a lo largo de toda la dictadura. Como hemos visto, los líderes del Cuerpo General de la Marina eran conscientes que no sólo debían poner en orden su propia casa, sino que la “limpieza ideológica” debía extenderse a los trabajadores de los astilleros y de la Maestranza. Más en Cartagena, donde habían triunfado las fuerzas republicanas y populares. Este hecho no podía repetirse nunca más.

La República suprimió las Capitanías Generales, convirtiéndolas en Bases Marítimas, en las que el mando perdió buena parte de las atribuciones de orden público, limitándose su autoridad al puerto, arsenal e instalaciones navales. Sin embargo, según Benavides, esta práctica de invasión e injerencia en el poder civil habría sido ampliada y continuada, en la práctica, por el Almirante Juan Cervera y Valderrama, a quien la República había nombrado Jefe de la Base Naval de Cartagena. Cervera despachaba diariamente con los jefes de la Policía y la Guardia Civil. Su poder no tenía precedentes en Cartagena. El Cuerpo General que había ejercido su autoridad fundamentalmente sobre la Marina, vino a ejercerla también sobre el pueblo. Cervera fue destituido.

A partir de abril de 1939, además de los Consejos de Guerra, este firme control castrense tendrá su primera manifestación en la militarización de la plantilla de la Sociedad Española de Construcción Naval, la “Constructora”. La militarización no quedó en una cuestión gratuita. En 1945, seis años después de finalizada la guerra, un grupo de cinco trabajadores del Consejo fueron condenados a tres penas de muerte, reclusión perpetua, y muchos años de prisión, por reunirse, escuchar radios extranjeras, difundir propaganda, y captar miembros para la Unión Nacional.

En tanto que trabajadores militarizados, se les juzgó como a los militares profesionales. No sólo se les sometió a un Consejo de Guerra Sumarísimo, sino que se les aplicó el Código Penal de la Marina. El Almirante-Capitán General del Departamento Marítimo de Cartagena, Bastarreche, ratificó las sentencias del Consejo de Guerra. Al final el ministro de Marina, Salvador Moreno, indultó a dos de ellos de la pena de muerte, siendo ejecutado uno, Alfonso Martínez Peña, el Buzo, de 30 años, ordenanza en el Consejo fue el último fusilado por los tribunales militares franquistas, en la provincia de Murcia. Era militante del PCE y propagandista de la Unión Nacional. Fue ejecutado, en el patio del Arsenal, el 13 de enero de 1945.

Hasta los primeros años setenta, cada vez que los trabajadores de los astilleros emprendían algún tipo de iniciativa o acción sindical, que podía desembocar en un conflicto laboral, el fantasma de la militarización y el fusilamiento de Martínez Peña, planeaban sobre las gradas, los talleres de la empresa y la memoria de los trabajadores de la Bazán. Y es que, además de la Policía y la Guardia Civil, se ocupaba de ellos, el Servicio de Información Militar de la Marina (SIM), que con tal propósito tuvo establecida, durante todo el franquismo, una oficina permanente camuflada dentro del recinto de la Bazán, bajo el expresivo y eufemístico rótulo de Seguridad Industrial. Este grupo del SIM tenía por objeto informar a la Capitanía General sobre la actividad sindical y política de los trabajadores de los astilleros..........


Benito Sacaluga


(*) Texto recogido integramente de "Cartagena 1939-44: falangistas, republicanos y espías, en medio del hambre, la represión y la II Guerra Mundial". Autor :Antonio Martinez Ovejero.Publicado en Cartagena Historica (Ediciones Aglaya, Monográfico nº34, marzo 2008)