miércoles, 28 de agosto de 2013

FRANCO, TRATANTE DE ESCLAVOS

La esclavitud, es una forma particular de relaciones de producción. 
La esclavitud fue internacionalmente prohibida en 1926 y su práctica está considerada desde entonces como un crimen contra la humanidad. 

Desde la muerte del dictador se han venido haciendo públicas las actuaciones represivas que, primero el ejército golpista durante la guerra y posteriormente el régimen franquista, condujeron a la muerte de cientos de miles de españoles, aún hoy en día y según datos del gobierno se desconoce el paradero de más de 30.000 personas.

Sin embargo no se ha tratado con la magnitud que el caso requiere la explotación que el régimen llevó a cabo con cientos de miles de prisioneros republicanos, que sin lugar a dudas reúne todos los ingredientes necesarios para ser calificada formalmente de esclavitud. Una explotación del hombre que en la historia moderna solo encuentra reflejo en la llevada a cabo por el régimen nazi. En Alemania y Austria hace tiempo que se denunció ante la opinión pública la maquinaria que procuró la esclavitud de miles de trabajadores al servicio del estado. En España, tanto los medios de comunicación como los textos educativos vienen pasando de largo sobre la infernal situación de esclavitud a que Franco sometió a sus prisioneros, tanto militares, participantes directos en la guerra, como a civiles partidarios de la República más o menos significados, desde abril de 1931, e incluso sobre aquellos que estaban presos esperando juicio.

Un régimen esclavista en el que tanto en su diseño como en su puesta en práctica y desarrollo, la Iglesia Católica desempeñó un papel muy significado.
"Ya a finales de 1938, a la vista de los favorables pronósticos de victoria y a la ingente cantidad de presos que se preveía, se creó el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, en principio para los presos políticos y militares y que en 1944 también comenzó a aplicarse a presos por delitos comunes. 
Máximo Cuervo Radigales, primer director general de prisiones en el inicio de las posguerra y el Padre Pérez del Pulgar, hacen posible su desarrollo y a la cabeza del ministerio de Justicia, Esteban Bilbao, un carlista, para dar confianza sobre la confesionalidad del aparato."(1)
También, como no, los empresarios vinculados al régimen se beneficiaron de esta esclavitud:
"Económicamente se trataba de utilizar esa masa de un cuarto de millon de encarcelados en la inmediata posguerra para la realización de obras de infraestructura estatales pero donde también estuviera presente la empresa privada, para darle un bocado a la tarta carcelaria. Empresas privadas muy conocidas construyen su enorme fortuna con el sudor de los presos. Grandes complejos siderometalúrgicos  empresas inmobiliarias o mineras, entre otras muy variopintas." (1)
"Los prisioneros de Franco, privados, ademas de su libertad, de los más elementales derechos civiles, despojados de sus pertenencias y propiedades, hacinados en recintos inmundos, arrancados de su tierra y sus familias, sucios y hambrientos, condenados a penas por delitos imposibles en la mayoría de los casos, sin imputación alguna en otros, muchos de los cientos de miles de prisioneros de guerra republicanos fueron reducidos tras la guerra a la esclavitud, esto es, a la explotación de su fuerza laboral en beneficio de los vencedores, ora del Nuevo Estado, de las empresas privadas afectas o de la Iglesia, siendo esta la que organizaría ideológicamente ese sistema de explotación que, abarcando todas las modalidades de trabajos forzados, recibiría el nombre de Redención de Penas por el Trabajo, y que le permitiría ir ocupando áreas de influencia y de poder en el régimen de Franco." (2)
Para evitar que la aplicación de las leyes represoras franquistas, pudieran afectar a los afectos al régimen por coincidencia de tipificación de los delitos, Franco expide y firma lo que puede considerarse como la impunidad criminal para todos sus seguidores militares o civiles desde la proclamación de la República en 1931 y hasta el inicio de la guerra en 1936, decreto que también viene a significar el indulto a los encausados por actividades antirepublicanas en el mismo periodo:
Decreto Ley de 23 de septiembre de 1939

Se entenderán no delictivos los hechos que hubiesen sido objeto de procedimiento criminal por haberse calificado como constitutivos de cualesquiera de los delitos contra la Constitución, contra el orden público, infracción de leyes de tenencia de armas y explosivos, homicidios, lesiones, daños, amenazas y coacciones y de cuantos con los mismos guarden conexión, ejecutados desde el 14 de abril de 1931 hasta el 18 de julio de 1936, por personas de las que conste de modo cierto su ideología con el Movimiento Nacional y siempre que aquellos hechos por su motivación político-social pudieran estimarse como protesta contra el sentido antipatriótico de las organizaciones y gobierno que por su conducta justificaron el Alzamiento.
El régimen utilizaba principalmente dos leyes para que sus campos de esclavos estuviesen siempre rebosantes, una la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo y otra aún más demoledora: la Ley de Responsabilidades Políticas, cuyos texto eran de aplicación con carácter retroactivo al año 1934.

En el preámbulo de la Ley de Responsabilidades Políticas se justifica su necesidad, existencia y finalidad:
"Es necesario liquidar las culpas contraídas por quienes contribuyeron con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja, a mantenerla viva durante más de dos años y a entorpecer el triunfo, providencial e históricamente ineludible, del Movimiento Nacional"
Detallo a continuación la relación de delitos calificados como graves por la citada ley:

  • Haber sido condenado por la autoridad militar
  • Haber desempeñado cargos directivos en partidos u organizaciones puestas fuera de la ley o haber ostentado la representación de los mismos en las instituciones.
  • Pertenecer como afiliado a los partidos ilegalizados
  • Ser nombrado para cargo público por el Gobierno del Frente Popular
  • Haber convocado las elecciones de 1936, formar parte del Gobierno, ser candidato, apoderado o interventor de alguno de los partidos del Frente Popular
  • Ser diputado en las Cortes de 1936 por partidos del Frente Popular
  • Ser masón
  • Formar parte de los Tribunales Populares
  • Excitar a cometer cualquiera de los actos anteriores en los medios de comunicación.
  • Fomentar la situación anárquica en que se encontraba España y que ha hecho indispensable el Movimiento Nacional
  • Oponerse de manera activa al Alzamiento
  • Permanecer, tras el 18 de julio de 1936, en el extranjero más de dos meses sin justificar su estancia y no regresar a España.
  • Cambiar la nacionalidad española por la extranjera
  • Aceptar misiones del Gobierno en el extranjero
  • Ser directivos de empresas que ayudaran económicamente al Frente Popular.
Muchos de los presos esclavizados fueron finalmente ejecutados, otros murieron a causa de las enfermedades contraídas, del agotamiento o de las prácticas que al igual que en los campos de exterminio nazis se practicaban por esas fechas. El irrepetible humorista Miguel Gila estuvo "alojado" en el Campo de Prisioneros de Valsequillo y relató lo siguiente:
"Llegó un teniente de Infantería acompañado de dos oficiales alemanes y un médico también alemán. Querían probar, nos dijeron, una vacuna contra el tifus y pidieron voluntarios para la prueba, con la promesa de darnos doble ración de comida. Con aquel temperamento mío de entonces no lo dudé un momento, fui el primero en dar un paso al frente, conmigo algunos más. Nos pusieron una inyección en el vientre, una aguja curva que parecía un gancho de los que usan en las pollerías para colgar los pollos, tal como nos habían prometido nos dieron pan y comida abundante, que compartí con algunos de mis compañeros, con los más débiles, Los oficiales y el médico alemán dejaron pasar unas horas para ver que efecto causaba la inyección, La cosa no fue grave, unos cuantos pequeños granos en la piel que picaban endemoniadamente, tal vez algo de fiebre y nada más".(2)
La alimentación de los esclavos era escasisima, lo justo para no desfallecer, como ejemplo la ración diaria de Valsequillo consistía en una onza de chocolate, dos sardinas en aceite y dos higos secos. eso es lo que recibían por once horas de trabajo con pico y pala.

El benevolente y salvador Caudillo, católico ferviente y elegido por la providencia para la salvación de España, no podía ser ajeno a las necesidades de estos dóciles esclavos y a las de su familias. Haciendo gala de una generosidad solo comparable con su amor a Cristo, ordenó que a sus prisioneros se les pagase por los trabajos que realizaban, la Iglesia se deshizo en alabanzas hacia su magnanimidad para con los rojos infieles. Así cada trabajador forzado recibía la cantidad de dos pesetas diarias, de las que 1,50 le eran descontadas para su manutención, entregándosele los 50 céntimos diarios restantes al terminar la semana. En caso de estar casado por la Iglesia la esposa recibía dos pesetas más, y por cada hijo menor de quince años que viviera con la madre, y siempre que estuviera bautizado, otra peseta. El salario normal de la época rondaba las 14 pesetas diarias.

Pero ni el régimen se conformaba con esta esclavitud para cubrir sus necesidades, ni la Iglesia para la reconstrucción de sus templos y la construcciones de millones de cruces, símbolos religiosos y lápidas conmemorativas que pasaron a formar parte de todas las iglesias españolas. Los esclavos representaban una fuente de ingresos importante al ser cedida a los empresarios y obteniendo un jugoso beneficio económico por ello. Así, el Articulo 6º del decreto fundacional de la redención de Penas establecía el reparto del botín:
"Se entenderán perfectamente las peticiones de obreros reclusos para obras del Estado, de las Diputaciones y los Ayuntamientos. Los patronos de obras particulares en las que trabajen reclusos pagarán a la Jefatura del Servicio Nacional de Prisiones el salario integro que según las bases de trabajo que rijan en la localidad correspondería pagar a los trabajadores reclusos si se tratase de obreros libres, y este Organismo, después de abonar el subsidio a quien diere lugar, en su caso a las familias de los trabajadores reclusos hasta el limite establecido, ingresará el remanente en la Hacienda a beneficio del Estado."(2)
Según lo anterior una media de 10 pesetas al día por cada preso iba a parar a las arcas franquistas. Esta cantidad diaria multiplicada por los cientos de miles de presos que estaban esclavizados resultaba una suma de dinero extraordinaria, aún cuando no todos trabajasen para los empresarios. La práctica totalidad de los empresarios amasaron enormes fortunas, muchos de ellos aún hoy tienen colgados sus logotipos en los principales edificios de las ciudades más importantes de España.

Son innumerables las obras en las que intervinieron los esclavos de Franco, pero ninguna tan ofensiva, costosa e inútil como el Valle de los Caídos. En su construcción intervinieron 20.000 presos españoles durante los 20 años que duró su construcción. El proyecto suponía más de 1.086 millones de pesetas, una cifra astronómica para aquellos tiempos. Según afirmó Diego Mendez, su arquitecto:
"El arrasamiento de la nación y la guerra mundial no favorecen la empresa, de gran envergadura, que se inicia en una serranía sin núcleo de población" (2)
Pero claro, uno de los problemas que podían presentarse para su ejecución estaba resuelto de antemano: la mano de obra podía extraerse, abundante y barata, de las cárceles. 

Las empresas San Román (filial de Agromán), Molán y Banús, las tres más importantes de las 65 que intervinieron en la construcción, iban a beneficiarse de esa masa productiva esclava durante el primer decenio de ejecución de las obras. Además estas empresas incumplían lo establecido y pagaban sueldos muy bajos, entre la mitad y un tercio inferiores al de los obreros libres, en torno a las diez pesetas por penado y día, quedándose el Estado con el grueso de esa cantidad, 9,50 pesetas en el caso de presos solteros.(2)

Ningún gobierno español habido en España, desde la muerte del dictador y hasta hoy, ha resuelto la afrenta que para muchos españoles significa la existencia del Valle de los Caídos, que en realidad solo es un monumento erigido por y para Franco y en cuya construcción se vulneró la relación completa de los derechos humanos.

Benito Sacaluga




Fuente: Los Esclavos de Franco. Autor: Rafael Torres. Ediciones Anaya. ISBN: 84-207-4391-7
(1) Prólogó del libro por Mirta Nuñez Díaz-Balart
(2) Los Esclavos de Franco, transcripción literal.

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