sábado, 18 de noviembre de 2017

ALGO MÁS SOBRE LA VOLADURA DEL "JAIME I"




En enero de 2009, Manuel Rolandi Sánchez-Solís, investigador histórico, descubre entre los papeles guardados por su padre, Enrique Rolandi Gaite, oficial destinado en el crucero "Canarias" durante la Guerra de España (1936-1939), una serie de documentos escritos por un marino republicano sobre los bombardeos aéreos de Cartagena y la voladura del acorazado "Jaime I".  Los documentos relacionados con la explosión producida en el acorazado, están representados por dos cuartillas mecanografiadas, dentro de un sobre dirigido al "Camarada Augusto Pérez", embarcado en el crucero "Libertad". Estos documentos carecen de firma, por lo que no puede acreditarse su autoría, aunque queda claro que el autor es uno de los supervivientes a la explosión.

Mucho se ha escrito y especulado sobre los motivos que provocaron la explosión que se produjo en el "Jaime I" el 17 de junio de 1937, mientras se encontraba atracado en el puerto de Cartagena. Son varios los testimonios de otros supervivientes y testigos, entre ellos el del Comisario General de la Flota, D. Bruno Alonso. Existen varias versiones e hipótesis de lo sucedido, entre las que destaco el trabajo llevado a cabo por el historiador Pedro Mª Egea Bruno, de título "Contribución al estudio de la Flota Republicana durante la Guerra Civil: La voladura del acorazado Jaime I en el puerto de Cartagena", publicado en Mugertana, núm:93 (1996).   En este otro enlace: "La explosión del Jaime según Benavides" se aportan datos que apuntan a que dicha explosión fue un acto de sabotaje.

Los documentos aportados por Manuel Rolandi nada aportan al esclarecimiento de los motivos de la explosión, no obstante el indudable interés de los mismos recomienda su difusión, y a tal fin lo transcribo a continuación:

Recreación del "Jaime I"
(Imagen: domestica.org)

17 de junio.
Día trágico para la Marina Republicana. Me encontraba a bordo del “Jaime I” dando clase a varios compañeros en la casamata número ocho cuando una explosión, percibida más por sus efectos que por el ruido que suele acompañarlas, me empujó en unión de los compañeros hacia el mamparo de popa de la casamata, donde permanecimos unos instantes en la más completa obscuridad y notando como aumentaba la producción de gases al oír unos ruidos parecidos a los que se originan en una botella o tubería de aire comprimido cuando por rotura u otra causa sale el aire al exterior a través de un orificio relativamente pequeño si se le compara con la presión del aire. 
La atmósfera era irrespirable a consecuencia principalmente de la gran cantidad de carbón que, finamente pulverizado contenía; también contenía humo, pero sin que se percibiese olor a pólvora. Pasó por mi imaginación la idea de una potente bomba de aviación sin embargo la conmoción notaba no era tan violenta como suelen ser las producidas por bombas o proyectiles. A tientas me acerqué al cañón de popa para ver si por alguno de los huecos que dan al exterior se podía respirar mejor, observando que por los correspondientes a los anteojos no solamente no entraba aire, sino que aún salía humo y polvillo de carbón de la casamata, por lo cual la respiración se hacía allí todavía más difícil; bajé de la plataforma del cañón y buscando aire más respirable , me agaché a la parte inferior del mantelete, pareciéndome que entraba algo de aire del exterior por el resquicio que hay entre el mantelete, móvil horizontalmente con el cañón, y el costado, debido a lo cual se respiraba algo mejor. Indiqué a los demás que aquello pasaría y procurasen mientras tanto respirar lo mejor posible por la nariz; se notó un pequeño aumento de la presión y temperatura, dando la impresión de que algún incendio se había producido, en cuyo momento supuse que no era bomba de aviación el origen de aquello; no obstante, unas explosiones que se empezaron a oír y que producían alguna sacudida en el buque me hicieron nuevamente dudar al creer que eran disparos contra aviones.
Continuaron las explosiones y al ver que el aire era cada vez más irrespirable abandoné la idea de los aviones y supuse que era algo más grave, por lo cual dije a los demás: “Hay que procurar salir de la casamata; yo se donde está la puerta y veré si por ella se puede salir”; me acerqué a ella pero la salida no era fácil, pues la puerta era precisamente una de las entradas de humo y carbón, de modo que salir era peor. Dije: "Por la puerta no se puede salir, hay que buscar otra salida”. “No hay salidas" –oí–; "bueno, pues intentemos sacar un cañón de batería, tal vez si lo logramos rápidamente podamos salir por la tronera antes de que sea demasiado tarde".
Pronto, sin embargo, hube de convencerme de que aquello era más fácil decirlo que hacerlo, pues en medio de aquella obscuridad que no permitía dar un paso con seguridad, al buscar febrilmente las herramientas tropezábamos unos con otros y con todo menos con lo que buscábamos; esto unido a la asfixia que ponía en aprieto nuestras vidas, determinaba una confusión que me hizo pensar que si no había otro procedimiento para salir, bien perdidos estábamos. Las explosiones se sucedían, y en medio de este caos, notamos otra especie de onda explosiva débil, que nos envolvió, y al pasar unos instantes oí decir: “parece que por allí se ve algo de luz o salida de humo”. Y pensé: A ese pobre hombre la asfixia ya lo ha privado de la razón; no obstante miré como los demás en todas direcciones y no vi nada, pero al pasar escasamente un segundo me pareció que también lo veía hacia proa de la casamata; allí me dirigí y ya había dos o tres cuando llegué, uno de los cuales precisamente al tratar de saltar puso un pie en el vacío y seguramente hubiera caído de no encontrar con los brazos los cuerpos de los compañeros, a los que se aferró fuertemente, evitando así la caída. 
En efecto, allí había una escotilla de carbonear abierta, por la que entraba una débil luz, y en el piso de la casamata estaba la otra escotilla debajo de la anterior, por la que estuvo a punto de caer aquel compañero; ayudándonos unos a otros pudimos salir todos, y al preguntar desde arriba si quedaba alguno más y no obtener contestación, cada uno se fue por su lado, yo me dirigí a la toldilla, desde donde salté a la barandilla y de allí a un bote que, como se abrió en aquel momento, caí al agua y nadé hasta el malecón, donde después de ayudar a transportar algún herido, cogí el chinchorro de a bordo que me trajo al “Libertad”.

El "Jaime I" en la primavera de 1936

Estado de la torre nº3 después de la voladura
(Imagen: ascnaval)


Benito Sacaluga





Fuente:

" Algo más sobre los bombardeos de Cartagena y la voladura del acorazado Jaime I ". Manuel Rolandi Sánchez-Solís. Cartagena Histórica nº 31.Octubre-Noviembre 2009.

lunes, 13 de noviembre de 2017

EL 18 DE JULIO DE 1936 EN EL CRUCERO "LIBERTAD"




(1) Con la llegada de la II República, la Armada, sus miembros, tuvieron la oportunidad de organizarse para defender sus reivindicaciones y derechos. Marinos ajenos al Cuerpo General, integrados por auxiliares, y en su gran mayoría cabos y marinería de todas las especialidades de la Armada, tenían constituida una asociación de carácter político-sindicalista. Existía una delegación de ésta en cada uno de los departamentos marítimos (Ferrol, Cádiz y Cartagena) y una central en el Ministerio de Madrid. A mediados de julio de 1936, dichas asociaciones habían dado como consigna mantenerse vigilantes y a la expectativa ante las informaciones que avisaban de una sublevación militar.

Crucero "Libertad"
Buque insignia dela Flota Repúblicana


Llegado el 18 de julio, los avisos pasados por la Falange Española a los mandos y oficiales de los buques fueron conocidos por los cabos y marinería, debido sin duda a los oficiales que estaban considerados entre los de confianza para sublevarse contra el Gobierno.

La primera noticia en circular por Ferrol aludía a las fuerzas del ejército de África que se habían sublevado contra el Gobierno. y que trataban de desembarcar en Algeciras, aunque también por otro lado se tuvo conocimiento de que la Escuadra seguía leal al Gobierno de la República. Inmediatamente se celebraron en tierra reuniones entre los cabos más destacados que representaban a estas asociaciones en cada buque; la consigna en esta ocasión era impedir el triunfo del movimiento de sublevación con un plan a seguir en cada barco.

El 18 de julio realizaba su salida de Ferrol rumbo a Cádiz el "Libertad", primer barco de la Escuadra que recibía esta orden. El crucero inició su travesía a las 13:00 horas. La mayor parte de oficiales se encontraban en la cámara, donde tenían instalada una radio por la que iban conociendo los primeros detalles del llamado "movimiento salvador", con el que estaban de acuerdo todos los oficiales del buque, pues ya con anterioridad habían tratado sobre el tema en Marín, acordando sumarse al mismo.

El primer día de navegación transcurrió sin incidente alguno. Los oficiales volvieron a celebrar consulta con el tercer comandante, acordando unirse al movimiento y hablar con el comandante, confiados en que la dotación les seguiría y ajenos en absoluto a las actividades de los cabos, que se dedicaban a preparar la contra sublevación, no obstante haber sido advertidos por algunos oficiales de la excitación extraña que notaban a bordo.

En la tarde del segundo día de navegación se dió vista al puerto de Cádiz, eran las 15:00 horas del día 19 y el crucero navegaba a una velocidad de 28 millas. Fernando Pérez Méndez, considerado como el principal promotor de la sublevación contra jefes y oficiales, daba las consignas precisas y ponía en antecedentes a sus compañeros de cuantos partes de radio se habían recibido a bordo. A continuación, en el interior del buque. se celebraron diferentes reuniones en calderas y máquinas, aparatos auxiliares y otras dependencias, incluidos los sollados. Finalmente se ponían de acuerdo todos los asistentes (marineros, fogoneros, cabos auxiliares de todos los cuerpos y maquinistas) para detener a jefes y oficiales sin darles tiempo a defenderse (la reunión principal se celebra en el sollado número seis, donde se encontraban la mayor parte de los cabos). Para ello se hicieron ganzúas de los pañoles de proyectiles y pólvoras, y seguidamente se armó a los cabos y a la marinería tras reventar los armeros. 

Encontrándose a altura del Estrecho, la dotación nota algo anormal a bordo, sienten que el buque da la vuelta en redondo y en lugar de continuar hacia Algeciras observan como el barco trata de dirigirse a Cádiz. Aproximadamente a las 16:00 horas, suena, ordenado por el comandante, zafarrancho de combate y preparar la artillería. "Zafarrancho de combate" era también la consigna que habían establecido a bordo los cabos para iniciar las detenciones de los oficiales. Varios grupos armados, dirigidos por cabos, entre los que se encontraban Bertalo, Romero y Fernando Pérez Lago, se dirigen corriendo por las escotillas a cubierta. Tras observar esto, el teniente maquinista Prudencio Piñero Menacho trata de ponerse inmediatamente al habla, por medio del teléfono instalado en la oficina de máquinas, con el oficial de derrota, teniente de navío Celestino Díaz. Al no conseguirlo, sale de la oficina para avisar de lo ocurrido al jefe de máquinas, comandante maquinista Eusebio Fernández, que se encontraba descansando en su camarote, situado en las proximidades. Antes de llegar al camarote el comandante salió y ambos volvieron a intentar comunicarse con el puente sin conseguirlo; pocos instantes después ambos son detenidos por un grupo armado del que destacaba el cabo de artillería Romero.

Comandante y teniente fueron conducidos detenidos al sollado número tres, donde se encontraban el resto de oficiales y jefes del buque, a excepción del comisario de la Escuadra, teniente coronel de intendencia Federico Vidal y del teniente de navío Celestino Díaz, al que se le obligó a continuar en el puente para fondear el buque.

En el resto del crucero ocurrieron hechos parecidos; el auxiliar segundo de electricidad, Leonardo Gregorio Abella, fue llamado por el alférez de navío Juan Costela para ordenarle la preparación de la artillería. Cuando se encontraba en el montaje, se le acercó el cabo electricista Roberto Rúa, ordenando a los que estaban presentes que se marchasen, aunque el auxiliar Leonardo no hizo caso por el momento de esta orden. Habían transcurrido unos escasos segundos cuando llegó armado con una pistola un cabo de marinería, que les obligó a salir del montaje a la fuerza. Cuando el auxiliar salió ya habían sido detenidos los oficiales, a excepción del comandante, que continuó en su puesto hasta que una comisión de cabos, compuesta por Fernando Pérez, Bertalo, Romero, Ruiz y varios más, todos ellos armados con pistolas y fusiles, obligaron al comandante a bajar del puente, conduciéndolo detenido al sollado número tres, donde ya se encontraban detenidos el resto de oficiales.

En otro lugar del buque, en la caseta de señales, se encontraba esa mañana de guardia el marinero Francisco del Río Anca, cuando llegó el marinero Antonio Longueira Perelló diciéndoles a los allí presentes que había una reunión de cabos en el sollado número seis. Minutos más tarde, volvió nuevamente el marinero Longueira diciendo a los oficiales que estaban detenidos. Poco después se presentó en la caseta el cabo eléctricista Ruiz armado con una pistola, obligando a los que allí estaban a que marchasen para armarse. Con la tensión en sus más altas cotas, el marinero Del Río, le dijo: "Te salvas por no tener munición".

Posteriormente, Del Río escuchaba como el comandante le decía al auxiliar naval Dopico que había recibido un telegrama en el que se le ordenaba bombardear Cádiz, pero que él se negaba si no había una nueva confirmación. La respuesta de Dopico fue contundente: "Márchese para el camarote de mar del almirante en calidad de detenido".

Junto a Francisco del Río Anca se encontraba en la caseta de señales el timonel Manuel Gómez Zambrano, marinero de segunda, que fue obligado junto a otros a bajar al pasillo donde se encontraban los fusiles para armarse. De nuevo en la caseta, pudo ver como el cabo Bertalo llevaba al oficial Juan Costela manos arriba y detenido hacia la proa.

Tras ser detenidos los jefes y oficiales en el puente, fueron trasladados al sollado, donde ya se encontraban detenidos el cabo cartero Francisco Salazar, el contramaestre de cargo, Francisco Miguel Ferreiro, y un marinero al que habían conocido como falangista. Mientras tanto, en el puente es obligado a la fuerza el teniente de navío Celestino Días Hernández a mantenerse como oficial de derrota.

Al llegar a Tánger, el teniente de navío Celestino Díaz intentó embarrancar el barco, realizando una maniobra frente a la playa que perfectamente dio a conocer la intención de encallarlo, cosa que consiguió pero muy levemente. La maniobra fue observada desde el "Tofiño", que notó que iban hacia tierra, advirtiendo con rapidez al "Libertad", que dio enseguida las máquinas atrás. Rápidamente fue detenido el oficial y llevado al sollado junto al resto de sus compañeros. Una vez enterada la marinería de la detención, pidieron su libertad, pero el cabo Bertalo se opuso a ello y pronunció su discurso advirtiendo del peligro de soltarlo, puesto que había querido embarrancar el buque.

Pocos minutos habían transcurrido desde el fallido intento de embarrancar, cuando en el claro horizonte apareció una avioneta que en principio no es reconocida por la dotación, pero que tras pasar en reiteradas ocasiones les lanza tres bombas. Ante la excitación producida al ser atacados por primera vez, bajó un grupo de cabos al sollado para reclamar al alférez de navío Juan José Costela que subiera a dirigir el tiro antiaéreo, pero dicho oficial se negaría a efectuarlo y salir del sollado. Ante la sorpresa y rapidez de ataque producido por la avioneta, el "Libertad" no realizó ningún disparo con su fuerza antiaérea, respondiendo solamente desde la cubierta con varias descargas de fusiles que portaban cabos y marinería. Seguidamente, el auxiliar naval Francisco Gonzalez Dopico se nombró asimismo comandante, presentándose en el camarote del almirante para comunicárselo al comandante Hermenegildo.

El día 21 el "Libertad" llega a Gibraltar para hacer combustible, pero las autoridades gibraltareñas se negaron a abastecerlo mientras hubiera detenidos a bordo. Ante la negativa de suministro, se decide tomar como nuevo fondeadero Puente Mayorga (al norte de Algeciras), en el cual atracaron también varios buques de la Escuadra.

El día 22 el "Libertad" decidió dirigirse en unión de otros buques al puerto de Málaga, efectuando su llegada a primeras horas de la madrugada del 23. En este puerto, el recientemente nombrado jefe de la Flota, capitán de fragata Fernando Navarro Capdevila, enviaba nada más llegar el siguiente mensaje al ministerio:
Fondeados en Málaga: Libertad, Cervantes, Jaime I, Almirante Ferrándiz, Antequera y remolcador Cíclope para el abastecimiento general.
Puerto de Málaga (21-07-1936)
Imagen: todocoleccion.net
En los días siguientes, tanto el "Libertad" como los demás buques de la Flota, efectuaron numerosas misiones de bombardeo, bloqueo y vigilancia de las guarniciones tomadas por los sublevados. También en el mes de agosto y primeros de septiembre de 1936 apoyaría a las fuerzas del capitán Bayo para el desembarco en Mallorca. Precisamente el día 12 de agosto de 1936, en unión del destructor "Almirante Antequera" bombardeaba la costa de Soller para preparar el desembarco de Bayo, pero al día siguiente, tras sufrir un bombardeo el acorazado "Jaime I" por aviones alemanes, sería ordenado su regreso al puerto de Málaga. Regresaría de nuevo al escenario balear el día 1 de septiembre, bombardeando la isla el día 3 en unión del acorazado "Jaime I" y un guardacostas, con objeto de apoyar el embarque de las tropas republicanas.




En el mismo mes, sobre las 20:45 horas del día 19, el "Libertad" junto con los destructores "José Luis Díez", "Almirante Valdés", "Escaño", "Lepanto", "Almirante Antequera", Almirante Ferrándiz" y "Almirante Miranda" abandonaban el puerto de Cartagena para fondear en Málaga, en espera de la orden definitiva de marchar al norte. En la tarde del 21 de septiembre, en unión del grueso de la Flota zarpaba el "Libertad" para el Cantábrico desde Málaga por orden expresa del ministro de Marina, Indalecio Prieto, (2) con objeto de impedir el bloqueo marítimo al que estaban sometidos los puertos del Cantábrico por la Flota sublevada. Al mando de la fuerza y del crucero se encontraba el capitán de corbeta Miguel Buiza Fernandez-Palacios. Durante su estancia en el norte, el "Libertad" realizaría diversas misiones y bombardeos, regresando finalmente al Mediterráneo el 14 de octubre junto con el resto de la Flota.

En las últimas semanas de 1936 (el 11 de noviembre), y en su número 316, la Gaceta de la República publicaba el siguiente acuerdo con respecto al crucero "Libertad":
Tras el Consejo de Ministros y a propuesta del ministro de Marina y Aire, decreto la confirmación en su actual cargo de jefe de la Flota, además de comandante interino del crucero "Libertad", al capitán de corbeta Miguel Buiza Fernández-Palacios.
En la misma publicación se nombraban a su vez todos los comandantes de los buques republicanos. A finales de 1937 el "Libertad", según el estudio efectuado por el Estado Mayor y firmado por su jefe, futuro comandante del crucero, Luis González Ubieta, se encontraba con el casco, máquinas y artillería en buen estado, teniendo incompleta solamente su defensa antiaérea, a falta de un cañón de 101.6 mm y 45 calibres.



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(1) Extractado de Cartagena Histórica. Editorial Aglaya. Cuaderno Monográfico núm 15. Febrero 2005. Autor: Ricardo Hernández Conesa.

(2) La marcha de la Flota al Cantábrico supuso, a mi modo de ver, que la República perdiese la guerra. Aquí lo razono: LA PERDIDA DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR (1936) 

Enlace relacionado con esta entrada: EN EL CRUCERO "LIBERTAD" DEL 17 AL 21 DE JULIO DE 1936






















sábado, 4 de noviembre de 2017

LA BATALLA NAVAL DE CABO DE PALOS




(1) La salida a la mar de la Flota republicana, en aquella tarde del 5 de marzo de 1938, hacía presagiar que ésta tendría hondas repercusiones. Los cruceros "Libertad" y Méndez Núñez" eran el grueso de la Flota; cerraban la marcha los destructores "Sánchez Barcáiztegui", "Almirante Antequera", "Lepanto", "Gravina" y "Lazaga". Se trataba de proteger la primera flotilla, que había salido horas antes, en una misión delicada que se le había confiado.

Crucero "Libertad"
Imagen: Foro Militar General


Apenas abandonada Cartagena, se hizo rumbo Este, navegándose así sin novedad alguna hasta la una menos cuarto de la madrugada, en la que por sorpresa, y destacándose en la oscuridad de la noche, aparecieron tres grandes barcos de guerra cuyas luces iban apagadas, a excepción de las de alcance. Bien pronto se les identificó como el "Canarias" y "Baleares", en la cabeza, y el "Almirante Cervera" detrás.

Imagen: Asociación Cultural Mesaches

El descubrimiento mutuo realizado por ambas fuerzas fue tan fugaz, que apenas hubo tiempo para nada, a excepción del "Sánchez Barcáiztegui" que lanzó dos torpedos.

El mando de la Flota republicana, formado esta vez por el jefe Luis Gonzalez de Ubieta y por el comisario general Bruno Alonso, dió orden de virar en pos del adversario y de estar listos para un nuevo encuentro.


Por su parte, la flota sublevada, al mando de Manuel de Vierna y Belando, hizo también lo propio, pues al poco tiempo, a las dos y veinte de la madrugada, las flotas se divisaban nuevamente. De forma inmediata, los buques sublevados abrieron fuego con sus poderosos cañones de 203.siendo replicados en el acto por el "Libertad", mientras la sección de destructores de babor hacia su lanzamiento de torpedos. El "Sánchez Barcáiztegui" disparó cuatro, cinco el "Almirante Antequera" y tres el "Lepanto", con un tiro tan certero, que una luz vivísima, cuya columna se elevaba a las alturas, se produjo de pronto. Se trataba del crucero "Baleares", que había sido tocado y herido de muerte.

Los impactos de artillería recibidos por el "Baleares" en el puente, además de originar su completa destrucción, ocasionaron la muerte de Manuel de Vierna, y su Estado Mayor, sus jefes, oficiales, suboficiales y marineros que se encontraban en su puesto de combate en el puente. Seguidamente recibió el impacto de un torpedo que le produjo la destrucción de los pañoles de proa, graves incendios, explosiones internas y la inutilización de las calderas.

Al final, el "Baleares" se hundía a las cinco de la mañana, llevándose con él a un total de 788 vidas, entre ellas un contralmirante, un capitán de navío, un capitán de fragata, cuatro capitanes de corbeta, treinta oficiales, sesenta y dos suboficiales, treinta y dos cabos y seiscientos cincuenta y siete marineros. Los náufragos del "Baleares" fueron rescatados por los destructores británicos "Kempenfelt", "Boreas", "Blanche" y "Brillant".

Durante el combate, al mando de las unidades republicanas iban los siguientes comandantes: el teniente de navío Eduardo Armada Sabau, en el "Libertad"; el teniente de navío Pedro Prado Mendizabal, en el "Méndez Núñez"; el alferez de navío Alvaro Calderón Martinez, en el "Sánchez Barcáiztegui"; el alférez de navío Ricardo Noval Ruiz, en el "Almirante Antequera"; el alférez de navío David Gasca Aznar, en el "Lepanto" y el teniente de navío Ramón Guitart de Virto, en el "Lazaga".







(1) Cartagena Histórica. Cuaderno Monográfico núm. 15. Editorial Aglaya